PE RTSON A LA
mayo de 2020 | berberana | 17
“De niña me gustaba mucho jugar en el río,
que entonces pasaba por medio del pueblo”
Basi Maestre Ancín, una barriobusteña de 104 años
Juantxu Martínez
Cúal fue mi sorpresa que escuchan-
do Radio Vitoria me enteré de que
una señora que vivía en la zona
de Santa Lucía cumplia 104 años y
que era de Barriobusto. Me puse en
contacto con su hija Blanca y ella
me pasó al teléfono a Basi Maestre
Ancín, con la que pudimos realizar
una divertida entrevista en Radio
Rioja Alavesa.
El confinamiento le obligó a pa-
sar el día de su cumpleaños con la
sola compañía de su hija, pero las
nuevas tecnologías le acercaron al
resto de la familia, incluido el últi-
mo biznieto de dos años. Basi tuvo
tres hijos, de allí salieron ocho nie-
tos y cinco biznietos. Algunos te-
mas nos dejó claros desde el primer
momento, su misa diaria, inclu-
so en el confinamiento, su pasión
por la lectura y que la clave de su
fortaleza está “en haber trabajado
mucho con las patatas en Villafría”.
Nos aclaró que su madre era de
Barriobusto y allí vivía cuando ella
nació, “por casualidad no nací en
Barriobusto. Mi madre fue a Cabre-
do a cuidar a mi abuelo, que estaba
enfermo. Cuando llegó la hora de mi
nacimiento se desplazó hasta Mara-
ñón a casa de unos parientes y allí
nací”. Vivió en Barriobusto hasta los
siete años, “entonces falleció mi pa-
dre y me trasladé con una tía a Ca-
bredo. Después mi madre se volvió a
casar en San Román y allí fuimos”.
De sus años de infancia en Ba-
rriobusto se acuerda de “cómo ju-
gabámos en el río, que por enton-
ces pasaba por mitad del pueblo. La
corriente me llevó más de un par de
zapatillas”, nos decía. Vivían en la
zona enfrente de la iglesia, “al otro
lado del río, allí en esa calle que
sube hacia las eras”. Se acuerda de
Santa Bárbara, “cuando llegaba la
fiesta nos vestían elegantes para ir
a misa”.
De moza fue a trabajar a San Se-
bastián, allí le tocó vivir la guerra.
Trabajó de costurera, “hice grandes
amigas”. Llegó un momento en que
se cansó de “señoras” y se volvió a
San Román. Entonces una amiga de
su madre cayó enferma en Villafría
y allí se fue para ayudar. La vida
quiso que terminara casándose con
el hijo de la amiga de su madre.
Con el casamiento pasó a ser la-
bradora, “no tenía ni idea. Alguna
vecina pensaba que iba a dar mal
resultado, pero en compañía de mi
marido trabajamos mucho con las
patatas. Yo llegué hasta guadañar”,
nos decía riéndose.
Algo que nos llamó la atención
es su gran pasión por la lectura, “y
eso que con diez años todavía no
sabía leer. De niña estuve traba-
jando mucho de niñera cuidando
pequeños”. En el momento de este
encuentro estaba terminando de
leer Cien años de soledad de Gabriel
García Márquez. Le preguntamos
Basi nos
aclaró que su
madre era de
Barriobusto y
allí vivía cuando
ella nació, “por
casualidad
no nací en
Barriobusto.
Mi madre fue
a Cabredo a
cuidar a mi
abuelo, que
estaba enfermo.
Cuando llegó
la hora de mi
nacimiento
se desplazó
hasta Marañón
a casa de unos
parientes y allí
nací”. Vivió en
Barriobusto
hasta los siete
años.
por Macondo el pueblo de la novela,
“no se parece en nada a Barriobus-
to”, dijo en medio de una carcajada.
El pasado verano estuvo de visi-
ta en Barriobusto, “tienen la iglesia
muy arreglada”, señaló. Y con esas
quedamos para vernos este verano
en su pueblo, en el que la casua-
lidad quiso que, curiosamente, no
naciera.