Anillar vencejos, niños, corderos, ausencias
remuneradas. Colorear la harina. Cavar un
pozo de tirador. Cada uno su pozo. Tiradores
sin vuelta atrás, sin distancia.
Enterrad las vasijas hasta conformar gue-
rreros coloniales con palomas azuladas so-
bre sus cascos. Enterrad armas y arados, si-
mientes y murmullos, trenzas y amaneceres.
Todo dispuesto como ofrenda desportillada
en las tazas de la bisabuela (en la taza de la
bisabuela realmente) soportando la mirada
neutra y tangente.
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