Separar la alpaca de la escasa
plata, mortecina, desplumada e
inmóvil. Desbrozar la diezmada
cubertería, junto a la botonadu-
ra del bisabuelo, repartida en ge-
melos, pendientes y una sortija.
Contemplar la lejanía monótona
de oteros tras oteros tras oteros.
Sembrar y segar, en letanía conti-
nua e indolora.
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