martin patricio barrios | blanco. Yamal, el fin del mundo blanco. yamal, el fin del mundo (cc license) | Page 66
Una tarde cambié de nombre. No yo, ellos me lo cambiaron. El
día del ejército, más bien, el día que ellos festejaron el día del
ejército; no sabemos si el día antes o el día después del día
del ejército, me cambiaron el nombre o me dieron un nombre
que no sabría cómo usar o cuándo usar o si debiera usar, sobre
todo porque sé la traducción pero no el nombre. Como todo,
los sonidos de mi nuevo nombre también los perdí. Ahora me
acuerdo de la traducción, me acuerdo de los ojos furibundos
de aquel francotirador que sirvió en Chechenia que clavó la bo-
tella de vodka en la nieve y me dijo: «No es fácil, no es fácil, yo
pedía perdón por la vida que me iba a tomar y después dispa-
raba, no es fácil», me dijo sin pestañear, con esos ojos y ese
dolor tremendo, «no es fácil», me dijo, me dijo otras cosas sin
pestañear, el día que festejaron el día del ejército, tomando
vodka, hablando bajito con ese dolor tremando y esos ojos que
nunca pestañeaban y yo lo escuchaba, bajito, tomando vodka,
pestañeando, sin entender una sola palabra. Antes de subir al
trineo se golpeó el pecho con el puño y me gritó algo, lo dijo
varias veces, tal vez porque estaba borracho, tal vez para que lo
entienda. Dmitry, que estaba serio, me tradujo en voz baja, como
para no interrumpir mi silencio.