martin patricio barrios | blanco. Yamal, el fin del mundo blanco. yamal, el fin del mundo (cc license) | Page 22
A veces se escucha algún motor haciendo fuerza, lejos, menos
que un zumbido de abejorro; ellos se miran apenas, apenas le-
vantan la vista hasta la vista apenas levantada de algún otro y
siguen golpeando las hachas sobre las maderas heladas. Yo los
recorro de a uno, les miro los ojos que no me miran, les miro las
manos que apretan las hachas que tallan los troncos, los van
afinando, moldeando; los miro de a uno, doy la vuelta, empi-
ezo de nuevo tratando de encontrar algo. Algo que me ayude
a entender qué pasó, qué cosa perturbó el paciente golpeteo
de las hachas sobre las maderas heladas. Algo que me ayude a
descifrar qué cosa se dicen estos tipos en ese mínimo destello
de mirada, qué cosas pasan en el silencio tremendo de la tundra,
porque hay algo que es claro: algo no está bien. Algo está mal
pero ninguno destapó su fusil, ninguno tanteó el cuchillo.
Entonces, me acerco a Dima, mi ángel de la guarda, mi padre, mi
interface con absolutamente todo; le doy un cigarrillo y me que-
do mirándolo fijo, sabiendo que no va a querer perder el tiempo
explicándome nada y yo le aguanto la mirada con el fósforo
quemándome los dedos. Dima resopla y dice medio bajito: «Gas
scientists». Y, como siempre, a mitad del cigarrillo dice: «Excuse
me, I already come».