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—Excepto con nosotras —dijo America, escrutándola—. Y contigo.
Kara se encogió de hombros.
—Bueno, yo no lo conozco. Solo he oído hablar de él.
—Exactamente —le espeté—. Ni siquiera lo conoces.
Kara volvió a su ordenador, ignorando nuestra presencia. Suspiré.
—Vale, Mare. Necesito coger unas cuantas cosas.
—Asegúrate de llevar suficiente ropa para unos cuantos días, quién sabe
cuánto tardarán en arreglar las calderas —dijo ella, demasiado emocionada.
El miedo se apoderó de mí, como si fuera a colarme en territorio enemigo.
—Hum…, está bien.
America dio un salto y me abrazó.
—¡Qué divertido va a ser esto!
Media hora después, habíamos cargado su Honda y nos dirigíamos al
apartamento. America apenas se tomó un respiro entre frases incoherentes,
mientras conducía. Tocó el claxon cuando se disponía a detenerse donde solía
aparcar. Shepley bajó corriendo los escalones y sacó nuestras dos maletas del
maletero, antes de seguirnos escaleras arriba.
—Está abierto —dijo él, resoplando.
America empujó la puerta y la mantuvo abierta. Shepley gruñó cuando dejó
caer nuestro equipaje en el suelo.
—¡Nena, tu maleta pesa diez kilos más que la de Abby!
America y yo nos quedamos heladas cuando una mujer emergió del baño,
abotonándose la blusa.
—Hola —dijo ella, sorprendida.
Sus ojos con el rímel corrido nos examinaron antes de ir a parar a nuestro
equipaje. La reconocí como la chica morena de piernas largas a la que Travis había
seguido desde la cafetería.
America clavó la mirada en Shepley, que levantó las manos.
—¡Está con Travis!
Travis apareció en calzoncillos y bostezó. Miró a su invitada y le dio una
palmadita en el trasero.
—La gente a la que esperaba está aquí. Será mejor que te vayas.
Ella sonrió y lo envolvió con sus brazos, mientras lo besaba en el cuello.
—Te dejaré mi número sobre la encimera.
—Eh…, no te molestes —dijo Travis en tono distendido.
—¿Cómo? —preguntó ella, echándose hacia atrás para mirarlo a los ojos.
—¡Siempre lo mismo! —dijo America. Miró a la mujer—. ¿Cómo puede ser
que te sorprendas? ¡Es Travis Maddox, joder! ¡Es famoso precisamente por eso,
pero las chicas siempre se sorprenden! —prosiguió ella volviéndose hacia Shepley,
que la rodeó con el brazo y le hizo gestos para que se calmara.
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