MARAVILLOSO DESASTRE maravilloso_desastre | Page 28

www.lecturaycinecr.blogspot.com Parker se rio. —Eso suena mucho a Travis. En la puerta del Morgan Hall, Parker me miró a la cara con sus enormes ojos verdes. —Deberías venir. Será divertido. —Lo comentaré con America. No creo que tengamos ningún plan. —¿Sois una especie de pack de dos? —Hicimos un pacto este verano. Nada de ir a fiestas solas. —Inteligente —asintió en señal de aprobación. —Conoció a Shep en Orientación, así que, en realidad, tampoco he tenido que ir con ella a todas partes. Esta será la primera vez que necesite pedírselo, así que estoy segura de que vendrá encantada. Me encogí intimidada. No solo balbuceaba, sino que había dejado claro que no solían invitarme a ir a fiestas. —Genial, nos vemos allí —dijo él. Se despidió con su sonrisa perfecta, propia de un modelo de Banana Republic, con su mandíbula cuadrada y el bronceado natural de su piel, y se dio media vuelta para seguir andando por el campus. Observé cómo se alejaba: alto, bien afeitado, con una camisa ajustada de rayas finas y pantalones vaqueros. Su pelo ondulado, rubio oscuro, se movía mientras caminaba. Me mordí el labio, halagada por su invitación. —Bueno, este va más a tu ritmo —me dijo Finch al oído. —Es mono, ¿verdad? —pregunté, incapaz de dejar de sonreír. —Pues sí, oye. Si te mola el rollo pijo y la posición del misionero, sí. —¡Finch! —grité, dándole un manotazo en el hombro. —¿Tienes los apuntes de Sherri? —Sí —dije, mientras los sacaba del bolso. Se encendió un cigarrillo, lo sostuvo entre los labios y hojeó los papeles. —Increíblemente brillante —dijo él, mientras repasaba las páginas. Las dobló, se las guardó en el bolsillo y después dio otra calada—. Te viene muy bien que las calderas de Morgan estén estropeadas. Necesitarás una ducha fría después de la mirada lujuriosa que te ha echado ese grandullón. —¿La residencia no tiene agua caliente? —lamenté. —Exactamente —dijo Finch, echándose la mochila al hombro—. Me largo a Álgebra. Dile a Mare que no se olvide de mí este fin de semana. —Se lo diré —farfullé, levantando la mirada hacia los antiguos muros de ladrillo de nuestra residencia. Fui corriendo a mi habitación, empujé la puerta para entrar y dejé caer la mochila en el suelo. 28