núm. 65 ·
19
caba a toda velocidad y estaba a
muy poca distancia ya.Al evaluar la
situación, Joel se dio cuenta de que
no tendrían tiempo de correr para
salir del puente antes de que los
alcanzara el tren. Por lo estrecho
del puente, tampoco existía posibilidad de hacerse a un lado, por lo
que no dudó en arrojarse al agua.
Desde ahí urgió a los otros a hacerlo también. Después de vacilar
unos segundos, los demás niños se
lanzaron a la laguna, justo antes de
que comenzara a pasar sobre el
puente un larguísimo convoy de
más de sesenta góndolas llenas de
pellets.
Mientras pasaba el tren, los niños
salieron del agua, y fue cuando se
dieron cuenta de que faltaba Noé.
Angustiados, comenzaron a gritarle, pero el Chino no aparecía por
ningún lado. Impotentes, tuvieron
que esperar a que terminara de
pasar el convoy para decidir lo que
harían.
Aquél día, quién sabe qué daga hicieron La Guayabilla y el Pájaro
Cáido que se ganaron el justo castigo de doña Mago, su madre,
quien los confinó en una habitación estrechamente vigilada, así
que a la jornada pesquera y natatoria sólo asistieron el Chino, Arturo, el Picha y el Pato Buzo, bajo
la dirección de Juael. Por azares
del destino los vi cuando partían, y
también me tocó verlos regresar
después de un par de horas, con
los semblantes lívidos y el terror
reflejado en sus rostros.
mantener en secreto el incidente.
Para su desgracia, casi a todos les
dio calentura, especialmente al
Chino, a raíz de lo cual la verdad
salió a flote. Con los retazos de las
historias que escuché, reconstruí
el hecho tal y como ahora se los
cuento.
Después de obtener una excelente pesca, los niños se dispusieron a
iniciar la clase de natación, por lo
que se colocaron en medio del
puente. Comenzó entre risas el
acostumbrado escarceo entre los
grandes que querían echar al agua
Por más que interrogué a Arturo, a los pequeños, y éstos que se zano quiso confesar lo que había faban para no ser arrojados.
ocurrido. Lo mismo pasó con los De pronto, escucharon el amenademás protagonistas del suceso, zante silbato del tren, que se acerevidenciando que habían pactado
Después de mucho tiempo, pasó
por fin el último vagón.Temerosos,
se acercaron al puente y ahí encontraron al Chino, tendido en
medio de dos durmientes. Al verlo
que se incorporaba, los niños corrieron a abrazarlo, e hiceron el
pacto de silencio que hemos relatado.
Cuenta la leyenda que fue el Pato
Buzo el que rajó leña. El Chino
duró varios días escuchando
dentro de su cabeza el traqueteo
de los vagones pasando por encima de él, mientras que los demás
recibieron una severa reprimenda,
aderezada con no pocos chanclazos. Pero ni así se les quitó la costumbre de ir al túnel a sacar
malacapas y a echarse clavados.