MANUAL PARA EL ENTRENADOR
Sin embargo, otras hipótesis lo relacionan con juegos de tablero egipcios, babilónicos y
romanos. En resumen, puede decirse que un velo de misterio rodea la fascinante
historia del ajedrez. Al respecto existe una bella y aleccionadora leyenda sobre el origen
del juego que merece ser conocida y difundida:
A principios del siglo V de nuestra era había en la India un joven monarca, muy
poderoso y arrogante, el rey Shirham. Éste, aburrido de los juegos de azar superfluos,
ordenó a su ministro, el sabio Sisa, inventar un juego de ingenio digno de su realeza.
Sisa le mostró el ajedrez y aprovechó para darle una lección de humildad al rey. Le
demostró, conforme le enseñaba las reglas del juego, que era imposible derrotar a los
ejércitos enemigos sin el total apoyo de su séquito. Cada pieza en el ajedrez y cada
soldado de su ejército debían armonizar sus fuerzas para la victoria final, siempre
protegiendo la vida del rey, la pieza más vulnerable del juego. El rey Shirham, que
comprendió la alegoría, se maravilló del nuevo juego y ofreció la recompensa que su
ministro considerase adecuada. Sisa no solicitó oro ni di amantes sino una cantidad de
trigo distribuido del siguiente modo: un grano de trigo por la primera casilla del tablero
de ajedrez, dos por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta, 16 por la
quinta casilla y, en ese orden progresivo, hasta cubrir los 64 cuadros. Al monarca le
pareció muy modesta esta extraña petición y ordenó a sus tesoreros que fueran por el
trigo. Sin embargo, al hacer los cálculos necesarios se dieron cuenta de la fabulosa
cantidad de granos de trigo que debían conseguir, muy superior a todos los tesoros del
Imperio. ¡Ni más ni menos que 18.446.744.073.709.551.615 granos! El rey, desde
luego, no pudo cumplir su compromiso y así se consumaba la segunda lección, esta
vez de prudencia y sagacidad.
Regresemos a la historia…. el año de 1851 marcó un hito especial en la historia del
ajedrez, ya que se celebró en Londres el primer torneo internacional (ganado por el
gran jugador alemán Adolf Anderssen). Desde ese entonces, la popularidad del juego
no ha dejado de incrementarse: hoy en día se juega en prácticamente todo el mundo,
siendo la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) fundada en París en 1924 unas
de las que más países conjunta.
La imagen del ajedrez ha estado simbolizada a través de sus grandes figuras, desde el
legendario jugador norteamericano Paul Morphy (considerado primer campeón no
oficial al vencer a Anderssen en 1858) o el austriaco Wilhelm Steinitz (primer campeón
oficial al derrotar a Zukertort en 1886). Le siguieron otras grandes personalidades del
juego-ciencia como el alemán Emmanuel Lasker (poseedor del reinado más duradero:
desde 1894 hasta 1921), el prodigioso cubano José Raúl Capablanca (vencedor de
Lasker) y el ruso Alexander Alekhine. La hegemonía soviética comenzó luego de
finalizar la segunda guerra mundial con Mijail Botvinnik y se mantuvo con Vassily
Smyslov, Mijail Tal, Tigran Petrosian y Boris Spassky y sólo se detuvo con la aparición
del genial jugador norteamericano “Bobby” Fischer (que destronó a Spassky en 1972 en
un memorable encuentro). En 1975 Anatoly Karpov se proclamó campeón mundial al
negarse Fischer a defender su trono, pero lo perdió en 1985 contra otro grande: Garry
Kasparov que se ha mantenido desde entonces como el mejor ajedrecista del orbe,
aunque sin poseer el título oficial de campeón de la FIDE.
Mayores detalles en Anexos donde se muestra la lista de campeones mundiales.
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