Mamá, ¿tú me quieres? Mamá, ¿tú me quieres? TEASER | Page 17

16 Noemí García de Marina hijos a saber gestionar aquello que sienten, llenando su mochila de herramientas para toda la vida y, en definitiva, educar para acompañarlos hasta que vuelen. Educar es despertar. Nadie te avisa antes de ser madre o padre lo que te vas a encontrar en el camino, hasta que de golpe y porrazo te lo encuentras de frente. Y despiertas. No te queda otra. Y, cuando te estrenas, empiezas a ver como los amigos que no tienen hijos son incapaces de entender por qué has dejado de salir, por qué ya no estás disponible a ciertas horas del día, por qué has desaparecido del mapa. Y es que, entre estas y otras muchas razones, hasta que no te conviertes en madre o en padre, no puedes imaginar la magnitud de lo que se avecina. Seguro que antes de ser mamá te visualizaste como una madre ejemplar, de esas que nunca gritan, o antes de ser papá creíste poder estar ahí, a su lado, incondicional, hiciera lo que hiciera, pensara como pensara y dijera lo que dijera. En definitiva, que pensamos que vamos a ser el padre o la madre perfectos y luego, ¡pam!, en realidad no es tan fácil, ni tan entre algodones rosas como nos lo pintan los anuncios de televisión. Así que, con la realidad, la verdadera, empiezas a plantearte todo, absolutamente todo. Y acciones que antes ni siquiera se te hubieran pasado por la cabeza hacer, las haces, y las dices. ¡Socorro!, de repente sale tu madre por tu boca con un: «¡ni mamá, ni mamó!», o tu padre con ese: «cuando tengas 18 años y te vayas de esta casa podrás hacer lo que te dé la gana; mien- tras vivas bajo este techo, aquí mandamos tu madre y yo». ¿Te resulta familiar? Crianza respetuosa es contagiarte de sus ganas de explorar, descubrir y aprender. Educar es amar a tu hija o a tu hijo, tal cual. Sin querer más. Sin querer menos. Así como tú. Ni más ni menos. Crianza consciente es también poder fallar y saber que no hay vías rápidas o atajos que nos hagan llegar antes al mismo sitio. Sa-