MAGAZINE DE NEGOCIOS #14 OCT-NOV 2016 | Page 12

La “Letra Escarlata” escrita y publicada en 1850, notable novela del estadounidense Nathaniel Hawthorne (1804-1864), se sumerge de manera patente y muy penetrante en el concepto de pecado, en la conciencia de culpa y en los efectos que el fanatismo puede tener en las comunidades humanas y en los individuos concretos. Haciendo un parangón con la economía, uno de los grandes pecados es la desigualdad y su aumento considerable es llamamiento para las izquierdas del mundo para enarbolar la lucha de la justicia social, pero sin propuestas efectivas, más allá de aquello, cierto es el cuestionamiento ¿Por qué tienen tanto tan pocos? Un poco de memoria, en los ochenta no era considerado relevante que interesara a la gente, estaba la guerra fría como cortina de humo y otros temas como la crisis del petróleo. En el periodo de Reagan un destacado economista de la Universidad de Chicago y ganador del premio Nobel, Robert Lucas (1), dio en el clavo con su explicación: “Entre las tendencias perjudiciales para la economía sólida, la más seductoras y venenosa es la de centrarse en la distribución”. El profesor Lucas desarrolló la teoría de expectativas racionales, que hoy sirve a la planificación económica y comercial de gran parte del mundo moderno.

Su idea expuesta y simple es que las expectativas racionales muestran cómo los individuos o las empresas y compañías utilizan información sobre lo que creen que les depara el futuro para modificar sus acciones financieras personales y empresariales. Anteriormente, la teoría económica tradicional descontaba el efecto de los individuos en la concepción de las políticas, para aquello utilizó complejos modelos matemáticos para comprobar estadísticamente que el ciudadano común y de clase media se daría cuenta y se anticiparía, por ende podría fácilmente socavar el impacto de una política económica de un gobierno. Lucas concluye que, los encargados de fijar las políticas que fomenten la inflación para estimular el empleo inevitablemente sucederían y se darían cuenta que los beneficios esperados de aquella acción o medida serían temporales. Del mismo modo, la baja de impuestos para estimular el consumo podría resultar un error porque la cantidad de productos que compra la población depende de la cantidad de dinero que esperan tener a largo plazo. La idea de que la mejor manera de ayudar a los pobres era aumentar el tamaño de la torta económica, pero el elemento disociativo entre de eficacia y la distribución de la misma sigue en disonancia con la tarea de los economistas, de hacer crecer la torta y por otra parte que la distribución es resorte de las políticas del gobierno. Falso, los economistas deben intervenir y no mantenerse al margen,

EL problema de la distribución

y DE LAS EXPECTATIVAS RACIONALES

ANÁLISIS Y CONTINGENCIA