DICIEMBRE, 2017
UTFSM
columna de opinión
¿Alguna vez se han puesto a pensar qué pensaría Amanda si
supiera que Manuel se va después de estar con ella y se pone
a escuchar a Maluma y J Balvin, un buen trap y se va al club
nocturno, muy nocturno y muy lejos de ella, o si Manuel venía
llegando, pero justo le llegó un wasap y pasó los cinco
minutos que tenían con Amanda en su celular? Es de
imaginar también que Amanda es sólo una pobre campesina
que vive muy lejos y sólo puede ver a Manuel cinco minutos a
la semana. Ya, pero seamos realistas, ¿quién hoy en día podría
esperar toda la semana para estar sólo cinco minutos con
alguien? Y ahí me pregunto, ¿la vida sigue siendo eterna en
cinco minutos?, ¿cuánto duran los efectos de la droga?, ¿aún
sigo drogado?
La última vez que estuve borracho, pasó casi una hora antes
que me convenciera de que no debía beber más, pero hoy
escuchando a Víctor Jara (sí, Víctor, no Luis, y aunque no lo
crean, también es chileno), no alcanzaron a pasar 3 minutos
de una canción muy ajena a la realidad actual, para darme
cuenta del error; la vida sigue siendo eterna en cinco minutos,
sólo que no lo queremos ver, porque nunca tenemos cinco
minutos, porque tenemos que responder el wsp, porque
tenemos que ir a estudiar, que la loza, que después tengo
tiempo, y el después nunca llega. Todo porque no nos damos
cuenta que cinco minutos son el tiempo justo para perder en
alguien que no vale la pena. Entonces, ¿cuál es el problema?
Si pudiéramos percibir sólo por cinco minutos las sensaciones
que nos produce una persona, sabríamos si está bien seguir
conociéndonos, pero perdemos horas y horas de conversa-
ciones sin sabor con una pantalla de siete pulgadas que nos
cae en la mano, nos juntamos porque una aplicación nos dice
que tenemos mucho en común o porque el contacto nos los
envió un amigo que notó que te miré mucho el viernes en el
club. Bueno, tampoco está mal, después de todo esta es la
época de la globalización, aquella época donde el vino y el
romance están desvalorizados, donde te enamoras de una
persona al otro lado del continente, pero sigues durmiendo
solo en tu pieza. La época donde reina wasap, Facebook,
Instagram y los perfiles que disfrazan la realidad.
Pero no seamos negativistas, ¿recuerdas el viernes? Disculpa,
no te hablo ti, le hablo a ella, sé que lo leerá. Entonces,
¿recuerdas el viernes?, cuando nos miramos, fue eterno,
aunque no fueron cinco minutos. ¿Recuerdas que te conversé
y me contaste que se te apagó el cel., que no ibas a tu casa
desde la mañana? Bueno, hagamos un ejercicio, imaginemos
que no fumamos juntos en la terraza, imaginemos que no te
conversé, imaginemos que como todos los demás, fuimos
esclavos de nuestro celular y aliados de nuestros escuderos
amigos, y no entras al círculo si no te conocen. Entonces
imaginemos que nada pasó y ahora dime: ¿qué es lo que vale
la pena?; cinco minutos más en tu celular o esos cinco
minutos de duda antes de entrar a tu casa; cinco minutos de
miradas; esos cinco minutos de besos en tu espalda; esos
cinco minutos de verdad; esos cinco minutos que no se te van
a olvidar, porque fueron eternos, pero tan sólo cinco minutos.
3
La vida es eterna en
cinco minutos.
josé escobar
Hace poco me pasó que por no compartir conocimientos,
por ensimismarme en lo que yo sabía y pensar que
compartirlo era un error, me (nos) fue mal. Me hizo recordar
que muchas veces he puesto sobre la mesa ese tema, una
forma de ser tan industrial, no sé si generalizar como
sansana, de ser egoísta con los conocimientos y descubri-
mientos… ¿qué ganamos con tener una mejor nota que los
demás?, ¿acaso el profesor se dará cuenta de esa pequeña
ocurrencia y nos hará pasar?, ¿creemos que si los demás lo
saben, pensarán que todos se copiaron?
No entiendo qué nos lleva a ser así, a recurrir a los demás
cuando es necesario, pero la retroalimentación en el otro
sentido se nos hace tan difícil. Todos estamos metidos en
esta universidad que nos exige demasiado, pero con una
ayuda mutua, más desinteresada, quizás podremos
sobrellevarla como una universidad ordinaria. Que no se
mal entienda el ordinario como algo vulgar ni malo, pero la
universidad es parte de tu vida, no como esta, que es capaz
de tomársela entera.
QUé EGOÍSTAS FUÍMOS
rubén chacón