MAG MAYO-JUNIO 2016 | Page 39

El último Republicano

Los resultados fueron alentadores. En los años desde 1990, el ingreso per cápita en Chile se ha triplicado. En ese entonces, el 40 % de los chilenos vivía por debajo de la línea de la pobreza; hoy día, la cifra es de alrededor del 10 %. La desigualdad no se ha reducido, pero, contrario a lo que afirman algunos críticos, tampoco ha aumentado.

El economista Albert O. Hirschman, probablemente el observador más agudo de la política latinoamericana de los últimos cincuenta años, ha sido crítico de lo que él llama –citando a Flaubert–la rage de vouloir conclure, o la obsesión que muestran algunos líderes de la región por tratar de llevar todo a una conclusión inmediata. En su lugar, Hirschman llamó a los líderes a desarrollar una "pasión por lo posible", y pacientemente "vender las reformas de a poco".

Aylwin acogió este llamado. Lo mismo hicieron Fernando Henrique Cardoso de

Brasil, Alan García de Perú, Ernesto Zedillo de

México, Juan Manuel Santos de Colombia, Ricardo Lagos de Chile y Julio María Sanguinetti de Uruguay. Por un tiempo, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pareció formar parte del grupo. Mauricio Macri, jefe de gobierno de Argentina, es un postulante contundente, pero con solo unos pocos meses de presidencia, es demasiado pronto para decidir.

El "posibilismo" no es lo mismo que la complacencia. Por el contrario, en las palabras de Hirschman, apunta a "ampliar los límites de lo que es o se percibe que es posible". Hubo una época en la que no parecía posible que América Latina fuera bien gobernada. Hoy día, sabemos que no es así. Por ello, deberíamos agradecer a líderes como Patricio Aylwin.

Andrés

Velasco Brañes

Candidato Presidencial