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Ya hace mucho que Codelco y con razón es orgullo de todos, renaciendo literalmente desde las cenizas hace 40 años atrás. Sin embargo hoy está en la encrucijada, en el vaivén de realizar los proyectos que le permitan crecimiento sostenible y generar los excedentes suficientes al Estado o mermar sus metas y perspectivas de producción. Codelco reclama su competitividad asumiendo el exceso de grasa por ser la estatal de todos los chilenos, más bien de algunos pocos, cuando a la luz del escrutinio público o el descarnado análisis de algunos economistas y operadores, todos cualesquiera sea su perspectiva, concluyen que a Codelco le hace falta capitalización agresiva y más competitividad.

La evidencia a la vista de los cálculos, a recordar que el año 2015 la dirección de presupuesto, Codelco entregó unos US$1.000 millones, versus los US$1.900 de la tributación de las mineras privadas. Situación que ya se venía dando desde el 2014, pero con diferencias muy menores. Tal vez es hora de que se sincere en el relato y el discurso interno, tanto en lo operativo como en lo político. Por un lado que Codelco sea más eficiente implica no hacerla desangrar y menos competitiva, su rol social está pauteado en muchos aspectos, pero la minera primeramente se debe a los lineamientos estratégicos que todo negocio debe llevar. Ser eficiente, más productiva implica grandes cambios que hoy con la coyuntura presente, de decrecimiento económico, no puede darse en el plano político, sino en un contexto de exigencia operativa, es decir, en la gestión y en lo estructural.

Sólo para recordar, en el 2015 los ingresos por concepto de tributación de la minería privada, superaron a los aportados por Codelco, hoy ya no es Codelco quien entrega el cheque más suculento al Ministro de Hacienda. A todas luces altos costos de producción, lo que mermó bastante los recursos que generó, tan así que el 80% de todos los excedentes aportados por la minera hacia el fisco correspondieron a transferencias por concepto de la Ley Reservada del Cobre, mientras que los otros tributos explicaron el resto. La chispa de la discordia entonces fue nuevamente encendida por Hacienda, que a vista que no habría utilidades, no existiría lógica ni siquiera ánimo de generar capitalizaciones por concepto de retención de utilidades. Por tanto el Estado sumido en su dilación de capitalizar fuertemente se diluye y surge despampanante al debate la Ley Reservada del Cobre, como si se quisiese a propósito de los malos resultados, cobrar ventaja de un impuesto que a muchos no gusta ni tiene cómodos.

LA CRUDA REALIDAD

DE LA MINERA ESTATAL

ANÁLISIS Y CONTINGENCIA