Días atrás mientras conversaba con amigos después de un frio entrenamiento me detuve a pensar sobre cuál podría ser el tema de esta columna y con la sorpresa que me presentan las oportunidades pude darme cuenta que mi grupo de amigos y yo conversábamos todos mirando en otro sentido.
Algunos podrán pensar que se debe a poca atención pero curiosamente todos sabíamos de qué conversábamos solo nos detuvimos a observar cómo algunos osados trataban de realizar un descenso por una antigua huella que nosotros usábamos para entrenar subidas. Importante es destacar que antaño cuando subíamos ese sendero no estaba tan maltratado por la erosión de los elementos y bicicletas. En fin, esos osados miraron con detención como atacar esa bajada; pasaron unos minutos y se fueron sin hacer el intento..
Después de ese momento pude realizar una abstracción y descubrir que ese diagnóstico de la ruta la hacemos a diario y no necesariamente mientras estamos con la bicicleta en mano.
Pude notar que a veces cuando conduzco mí vehículo voy mirando el paisaje pero más que el horizonte voy viendo las marcas que tienen los cerros y me pregunto si esas marcas las hizo un animal, la erosión o una moto; luego me pregunto: ¿y cómo será bajar ese sendero en bici? O ¿podré subir ese cerrito pedaleando?
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