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En una columna anterior comenté que iba a comenzar a entrenar en una bicicleta de ruta y bajarme de la bicicleta de montaña por unos meses para después poder ver los resultados o diferencias en el rendimiento.

Después de tres meses de pedaleo en la flaca pude verificar que el rodar sobre el asfalto es realmente más suave; ya no se oye ese ruidito como zumbido que produce la rueda de la bicicleta de montaña sobre la calle que en la práctica sabemos que es más roce o adherencia, también pude descubrir que el mito “que la bicicleta de ruta es más liviana” es falso y no me refiero al liviana de peso en kilógramos sino al peso del pedaleo.

Efectivamente el que pedalea en la bicicleta de ruta lo hace en cargas más pesadas de combinación de piñones, es decir, que hace más fuerza en las piernas para lograr el mismo movimiento del que pedalea en montaña. Lo anterior se traduce en que por eso no es raro ver que los ciclistas de ruta se ponen más de pie que los de montaña, se aprovecha mejor la carga del cuerpo para lograr movimiento en las subidas, en cambio el que pedalea en montaña sabe que no es buena idea ponerse de pie en una subida de tierra porque patina o pierde tracción y al suelo.

En mis clásicos entrenamientos de pedaleo en asfalto es notable la velocidad que se alcanza en subidas y siempre se escucha el comentario: “va rápido porque esa bicicleta es más liviana”, ahora sé que es mentira, voy más rápido simplemente porque estoy haciendo más fuerza, tal vez sea el efecto de hacer un poco más eficiente el pedaleo al lograr más velocidad.

Bicicleta de ruta Vidas al aire libre

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