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El controversial economista Karl Marx decía que las crisis son inherentes al sistema de producción en el que vivimos, el sistema capitalista. Cada tanto hay una gran crisis económica de la que siempre, con más o menos esfuerzo y en más o menos tiempo, se termina saliendo. Primera buena noticia: nada es eterno, la crisis tampoco. Las crisis eran siempre de crecimiento. Lo que está claro es que, aunque la crisis se lleve muchos negocios por delante, el que aguanta, sale reforzado.

La época de la caída de la antigua Grecia alumbró los más importantes pensamientos de los grandes filósofos. La caída, la crisis es un momento para la reflexión.

¿Qué ha sucedido con esta crisis mundial? Que no es una crisis del sistema de producción, es una crisis del sistema financiero. Es una crisis de las hipotecas basura, de los productos financieros imposibles. Una crisis de la especulación bursátil. Pero nos empuja a pensar en un cambio de sistema. Detrás de la crisis financiera hay una crisis de valores. El capitalismo salvaje impera. Estamos perdiendo derechos sociales a pasos de gigante, volvemos al pasado. A la gran máquina sólo le interesa amasar dinero y no le importa cómo ni quién muera en el intento. En las crisis económicas aumenta lo que Marx llamaba el ejército de reserva (trabajadores desempleados y dispuestos a ser contratados). Esto hace que las condiciones laborales empeoren y el capitalismo salvaje se lleve su tajada: “o aceptas esto o se lo doy a otro, total, hay muchos sin trabajo.”

En una crisis el dinero cambia de manos, circula, el dinero es como la energía: no se destruye, sólo se transforma. No hay menos dinero, sino otra distribución. Por eso, hay que ir dónde el dinero circula. El dinero no lo tiene nadie, cuando se quiere atesorar, acumular, se termina pudriendo. Por eso el dinero no se tiene, sólo es en continuo movimiento: comprar para vender y vender para comprar, las operaciones fundamentales del sistema.

En las crisis siempre hay empresas que resisten mejor que otras, se amoldan, observan las oportunidades, se “reinventan” sin dejar de hacer su actividad. La que mayor capacidad de adaptación tiene, sobrevive. No todas las empresas caen en momento de crisis, entonces, si estamos cayendo, es un buen momento para reflexionar cuáles son los errores.

Cuando el niño tiene que abandonar la lactancia materna y cambiar la suave corriente de la leche por la fría y metálica cuchara es un momento crítico, pero absolutamente necesario para el crecimiento. Muchas empresas entran en crisis cuando toca dar un paso, crecer. El psicoanálisis empresarial puede ser muy útil en estos casos. Problemas emocionales varios pueden estar entorpeciendo el crecimiento: problemas con la aceptación de la herencia en las empresas familiares, problemas morales con respecto al incremento de las ganancias económicas, etc. En todo caso, la crisis siempre es un buen momento para aprender, siempre un buen momento para crecer.

Dra. Alejandra Menassa

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Dra.Alejandra Menassa

Licenciada en Medicina por la Universidad de Alcalá de Henares. Psicoanalista, Docente y Directora del Departamento de Clínica de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero. Responsable del Departamento de Salud Mental de CMI (Clínica de Medicina Integrativa). Vicepresidenta de la SESMI (Sociedad Española de Medicina Integrativa).

Master en valoración del daño corporal y psicosocial por el Instituto Europeo. Experta en Peritación Judicial Psicológica. Ha publicado más de diez libros de psicoanálisis, medicina y poesía. Entre ellos, destacar sus publicaciones de Medicina Psicosomática y La Mujer del Siglo XXI.