[ UN PROYECTO BAJO EL BRAZO ]
Todo lo contrario, en su caso, con-
sideran que comparten con otras
muchas editoriales “el fomento de
valores sociales universales, la con-
cienciación, el aspecto lúdico de la
literatura y el buen gusto”.
No pretenden diferenciarse, ase-
guran. Su único objetivo es hacer
los libros que les gustan. Y aunque
reconocen que es posible que ten-
gan una línea, lo cierto, aseguran, es
que ésta se ha ido creando de una
forma totalmente inconsciente, ya
que se consideran “bastante ecléc-
ticos”: “Nuestro catálogo incluye
libros divertidos y alocados, pero
también libros comprometidos, que
sin aleccionar, sin guiar, abren una
ventana a la reflexión, que estimulan
el sentido crítico de los niños ante
diversos problemas que afectan a
nuestra sociedad hoy día”. El iglú,
publicado en mayo de 2017, es un
gran ejemplo de esto último.
“Es cierto que ser tu
propio jefe te ofrece
ciertas ventajas
en cuanto a la
conciliación, pero el
trabajo tiene que salir”
perfecta entre ellos, el álbum es redondo. Hable de
lo que hable y trate de lo que trate. Es lo divertido y
enjundioso de este género”
PAREJA, PADRES Y EMPRENDEDORES
En un mundo en el que la gran competencia invita a
las empresas, en este caso a las editoriales, a buscar la
diferenciación, los creadores de Bookolia no creen, sin
embargo, “que ahora mismo haya nadie tan puramente
original como para arrogarse la exclusividad de nada”.
Bookolia son Carmen y Luis. Pareja, padres y tam-
bién socios fundadores de una editorial. Una mezcla
no siempre sencilla de gestionar. Ellos, no obstante, y
aunque reconocen que no es fácil, afirman formar “un
buen tándem” tanto en lo laboral como en lo personal.
“Nos hemos instalado en un ritmo que nos devora,
que forma parte ya de nuestra involución como seres
humanos. Y da igual si trabajas por cuenta propia o
ajena. Es cierto que ser tu propio jefe te ofrece ciertas
ventajas en cuanto a la conciliación, pero el trabajo
tiene que salir. Y con un equipo tan pequeño es com-
plicado llevar al día el trabajo”, reflexionan.
Sus dos hijos, de 9 y 6 años respectivamente, son
los primeros críticos de sus libros. ¿Son buenos lec-
tores o en casa de herrero cuchillo de palo? “De mo-
mento lo son. Hemos establecido el hábito y creado
este ritual nocturno que disfrutamos en familia”
afirman antes de concluir que no saben cómo ni qué
leerán sus hijos en el futuro, pero que están seguros
de que “seguirán disfrutando de experiencias mara-
villosas a través de la lectura”. ■