todo por hacer. Y hay también
otro dato que no se suele tener en
cuenta: cómo la maternidad/pa-
ternidad incide en las trayectorias
profesionales de hombres y muje-
res. En el caso de ellas incide sí o
sí; en nuestro caso la paternidad
es una especie de anécdota tras
la que seguimos con nuestra tra-
yectoria sin prácticamente inte-
rrupción.
“Reivindico que
el cuidado se
transforme
también en
derechos y
prestaciones por
parte del Estado”
Es un tema este muy interesante.
Mi sensación es que la mayoría
de hombres no cambian su vida
tras ser padres.
Por lo que veo la paternidad se
vive como un momento puntual tras el cual se con-
tinúa funcionando con los mismos parámetros que
antes. Y eso muestra que ahí no se ha producido
una auténtica transformación. Si no se vive ese pro-
ceso, si no se reflexiona, de poco sirve. A mí la vi-
vencia de la paternidad, más allá
de mi papel como padre, me hizo
replantearme muchas cosas que
tienen que ver con mi masculini-
dad, con mis emociones, con mis
prioridades… De repente se me
abrió una ventana que hasta ese
momento yo siempre había teni-
do cerrada. Y hoy me sigo replan-
teando muchas cosas. Cada vez
que me enfrento a una nueva difi-
cultad en mi papel de padre me
replanteo muchas cosas. Es un ir
revisándote y corrigiéndote de
forma continua.
Es que al final es un aprendizaje
continuo.
Sí. Y además un aprendizaje que
me he dado cuenta de que acabas
proyectando en un montón de co-
sas y de aspectos de tu vida que
nada tienen que ver con la paterni-
dad. Mi duda es hasta qué punto
este proceso del que hablamos lo
viven determinados hombres a los
que vemos paseando a los niños en
el parque. Me gustaría pensar que
sí lo viven. Ojalá lo hagan. Pero no
lo tengo claro (risas).
¿Por dónde crees que puede pa-
sar la mayor implicación de los
padres? ¿Qué medidas serían necesarias para ello?
Habría que desarrollar instrumentos, legales y norma-
tivos, que incluyan medidas dirigidas específicamente
a los hombres, en cualquier ámbito: desde la paterni-
dad a la corresponsabilidad pasando por la violencia.
Medidas que nos interpelen a po-
ner en práctica determinados as-
pectos y responsabilidades. Igual
que se han puesto en marcha me-
didas positivas para que las muje-
res se incorporen a lo público, ha-
rían falta medidas positivas para
que los hombres se incorporen a lo
privado.
“Hace falta
una labor de
formación, de
sensibilización,
de educación y de
trabajo con los
hombres”
La paternidad, por ejemplo, me
ha servido para darme cuenta de
que todo ese rollo de la seguridad, de la firmeza, de
tener las cosas claras que a mí me vendieron duran-
te mucho tiempo como masculinidad, es una autén-
tica falacia. Todo lo contrario. La paternidad me de-
muestra que no sé nada y que tengo que empezar
de cero casi cada día.
Y luego hace falta una labor de
formación, de sensibilización, de
educación y de trabajo con los
hombres. Por mucho que en una
empresa se haga un Plan Conci-
lia, si éste no va acompañado de
una tarea casi pedagógica dirigi-
da a los hombres, difícilmente
esas medidas van a tener éxito. Yo casi obligaría a
que los hombres pasasen por ese tipo de forma-
ción o sensibilización, llámalo como quieras. De lo
contrario seguirá pasando como ahora, que la gran
mayoría de las personas que se acogen a esos pla-
nes son mujeres. ■
MAYO 2018 •
mama
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