[ LA COLUMNA FUCSIA ]
Lo vivo, lo siento,
lo pienso... y a veces
lo escribo.
Echo de menos.
Peliculeo de más.
«Never explain,
never complain».
Y solo se me
ocurre amarte
Hace unas semanas el famoso cantante Alejandro Sanz olvidó ir a un concierto
de jazz al que había comprometido su asistencia. La cosa no tendría más im-
portancia si no fuera porque su hijo Alexander participaba en ese concierto
tocando el trombón. Todo esto lo hemos conocido porque el propio Alejandro
lo compartió a través de su cuenta de Instagram para disculparse con su hijo:
«Un fallo imperdonable por mi parte y por eso hijo mío te quiero pedir perdón
delante de todo el mundo. Porque no hay nada que quiera más que tú. Y por-
que eres un chico bueno, talentoso, inteligente y sensible y no te mereces que
yo me olvide de tu concierto… espero que disculpes a tu desmemoriado padre
y que me permitas resarcirte siendo el papá que te mereces. Te amo con locu-
ra. #ASerPapaNoSeTerminaDeAprenderNunca».
Esta historia me hizo recordar algo que una amiga me dijo hace poco. Ha-
blando de las relaciones entre padres e hijos, ella — tiene dieciséis años—,
comentó que para los segundos es impactante dejar de ver a los pri-
meros como seres omniscientes, asumir que son personas y que,
como tales, pueden equivocarse y hacerte daño. Esto me hizo pen-
sar en qué tipo de madre soy y en las veces que me he equivoca-
do con mis dos hijos.
Supongo que soy una madre a veces autoritaria, otras permisiva,
en ocasiones sobreprotectora, muy a menudo negociadora…
Afortunadamente, no soy el mismo tipo de madre hoy que
cuando me estrené en esto de educar. Ni siquiera soy el
mismo tipo de madre con mis dos hijos. Hay una base
común, pero me adapto a la personalidad de cada uno.
Lo único que está claro es que, seas como seas, por
muchos manuales que leas o pedagogos que con-
ta-
Y
sultes, no te libras de cometer errores y hacer
daño a tus hijos. Que los padres nos equivoca-
mos es algo que conviene tener presente. Más
importante que esto es saber que, como en cual-
quier relación, equivocarse no es el problema,
sino no saber pedir perdón.
Alejandro Sanz tiene razón cuando afirma que uno
nunca termina de aprender a ser padre. Pero tam-
bién la tenía cuando, pensando en otro de sus vás-
tagos, compuso una canción que decía:
Yo quiero darte mi alegría,
quiero darte mis poesías.
solo se me ocurre amarte. ■
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MAYO 2018 •
mama
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