[ FILMOTECA PARENTAL ]
Verano 1993
LA MIRADA DE FRIDA
En septiembre la Academia
de Cine Española nombró a
Verano 1993, la ópera prima
de Carla Simón, como can-
didata española a entrar en
la carrera por los Oscar. Y
a los padres como yo, que
por razones obvias esta-
mos más desconectados de lo habitual de la taquilla,
nos llamó la atención la elección, por desconocida. Lue-
go uno ve la película y lo entiende todo. Especialmente
tras asistir a la exhibición interpretativa de Laia Artigas.
Porque en la mirada y en la capacidad expresiva de Laia
Artigas (Frida en el film) se encierra toda la historia per-
sonal que da forma a la película, todo el dolor, el descon-
cierto y el caos emocional al que puede verse empujada
una niña de solo 6 años que acaba de perder a su madre
(víctima del SIDA), como ya perdió a su padre por la
misma razón, y que ahora se ve empujada a cambiar su
ciudad por el campo, para vivir con sus tíos y su prima,
que de repente pasan a convertirse en sus nuevos pa-
dres y su nueva hermana. Imposible no ponerse en la piel
de esa niña magnética, aparentemente insensible a todo
lo que le ha pasado, que sin embargo empieza a denotar
su afectación en gestos de celos y rebeldía, hasta hun-
dirse cuando uno menos se lo espera, en mitad de las
risas y el juego, tras un verano de aprendizaje, de duelo
interior, de entender y aceptar qué es la muerte a una
edad en la que los niños derrochan vida.
Frida acaba llorando, inconsolable. Y uno asume ese
lloro como verdadero, porque las dos niñas protago-
nistas están tan creíbles que en vez de en un rodaje
parece que están viviendo su vida, que Frida es la Car-
la Simón del verano de 1993, cuando la vida le llevó a
pasar un trago como el que narra en la película. Ya lo
decía la actriz Bruna Cusí, espléndida también en el pa-
pel de tía-nueva madre, en unas declaraciones a El País:
“Cuando Paula, la pequeña, dice, por ejemplo, ‘Yo te
quiero mucho’. Los actores adultos damos cien vueltas
a una frase como esa, la estudiamos, la preparamos, y
siempre queda algo artificiosa. Los niños te desarman
con su sencillez. No subrayan, no adjetivan. Y te ense-
ñan que en la vida no se ‘coloca’ la emoción”.
Verano 1993 está basada en una experiencia personal de
su directora y quizás por eso la película derrocha tanta
sensibilidad al contar la historia, tanta delicadeza al in-
troducir la causa de la muerte de la madre (y el miedo
social a esa enfermedad por entonces aún novedosa,
desconocida); y tanto rigor y contención al tratar la rea-
lidad de Frida, huyendo en todo momento del sentimen-
talismo y la búsqueda de la lágrima fácil; y quizás por
eso el protagonismo que Carla Simón deja caer sobre la
pequeña Laia Artigas, sobre su mirada, sus gestos y sus
silencios, mientras ésta se aclimata a una nueva realidad,
a nuevos sonidos y nuevos paisajes, a nuevos afectos
que su madre ya no le podrá brindar jamás. Aunque eso
sea algo que a una niña de seis años le vaya a llevar mu-
cho tiempo y muchas lágrimas entender.
Por Adrián Cordellat
Verano 1993 (2017)
Duración: 97 minutos
Género: Drama. Adopción
Director: Carla Simón
Intérpretes: Laia Artigas, Bruna Cusí, David Verda-
guer, Paula Robles, Paula Blanco, Etna Campillo, Jordi
Figueras, Dolores Fortis
País: España
ENERO 2018•
mama
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