Madresfera Magazine 13- Noviembre 2017 | Page 71

[ SANA-MENTE ] E n 2015 la tasa de cesáreas en España fue de casi un 26% según datos aproxi- mados de la asociación El parto es nuestro; un porcentaje muy lejos de la tasa ideal de cesáreas marcada por la Organi- zación Mundial de la Salud (OMS) y situada entre el 10% y el 15%. Ha- blamos de datos aproximativos y no objetivables porque no hay es- tadísticas oficiales de éstas u otras prácticas obstétricas; a excepción de algunas comunidades como la valenciana, que sí recoge estos da- tos y los hace públicos a través de su memoria anual. Por tanto, y se- gún nos informa Elena Gil, respon- sable de prensa de la asociación El parto es nuestro, “hay que realizar un trabajo de investigación y cotejo de los datos de fuentes diferentes” para poder tener una idea aproxi- mada de lo que está pasando con respecto al parto en nuestro país. Las secuelas emocionales de una cesárea Como cualquier otro tipo de inter- vención quirúrgica, una cesárea conlleva riesgos a corto y a largo plazo que pueden afectar tanto a la madre como a su hijo. Y no sólo fí- sicos. A nivel psicológico, una cesá- rea también puede suponer para la madre un mayor riesgo de sufrir de- presión postparto y ansiedad. Para el bebé, estrés, dificultades con el inicio de la lactancia o problemas con la vinculación con la madre. Lo sabe Roser Sancho, madre de dos hijos, para quien su primer parto en la semana 39 de embarazo, el de su hija Llum en 2012, terminaba en una cesárea como consecuencia del “fracaso de una inducción” por escasez de líquido. A nivel emocio- nal, ella lo vivió como un proceso complejo, desagradable, en el que pasó por muchas fases. Desde el shock en el quirófano por no poder creer lo que estaba viviendo hasta el “reencuentro” con su hija días después: “El primer impacto es no reconocer a tu hija cuando nace. Después, tampoco ayudó un entor- no social y familiar agobiante. Fue el contacto, el pecho, los abrazos y el amor mutuo lo que consiguió que nos reencontráramos”. Reconoce Roser que durante mucho tiempo pensó que ella había fallado, que “no había sido capaz de parir”, pero aquel pensamiento se fue disolvien- do grac ias al calor de Apoyo cesá- reas, un foro que sirve desde hace años como sostén para mujeres que han pasado por una cesárea. Tres años después de aquella experien- cia, Roser conseguía un parto vagi- nal después de cesárea (PVDC). Asegura Elena Gil que la valora- ción y efectos emocionales de la cesárea en las mujeres va a depen- der mucho de la propia mujer, “de sus expectativas y deseos de cara al parto, de si fue algo inesperado o programado, de si hubo compro- miso vital o no, o de cómo son los protocolos de cesárea del hospital”, pero lo cierto es que con las prác- ticas actuales en muchos centros hospitalarios es común la sensa- ción de que “les sacaron al bebé”, de que les ha costado “enamorar- se”, establecer el primer vínculo y reconocer al bebé. Otro caso, el de Mireia Andreu Fernández, supuso a nivel emocional atravesar una de- presión postparto a raíz de la cesá- rea durante tres meses: “Sentía que me habían robado el parto y que mi cuerpo no era capaz de parir”. Ella se enfrentó a una cesárea después de que desde una de las revisio- nes precipitaran su parto con una Hamilton sin consentimiento, pero también tuvo consecuencias para su hijo: “Como mi bebé nació antes de tiempo, lo hizo con las defensas de las vías respiratorias sin desarro- llar, por lo que se pasó sus primeros tres años de vida con inhaladores”. Para Patricia Sánchez, psicóloga especializada en maternidad, infan- cia y familia, es importante dar visi- bilidad y hablar de la existencia de una herida psicoemocional dando cabida a estas emociones para po- derlas sanar: “Es cierto que la heri- da psicoemocional no se produce en todas las mamás que han tenido cesárea, pero sí hay un gran número de mujeres para las que la vivencia deja una huella dolorosa que puede perdurar durante años”. Según la psicóloga, esa herida puede compo- nerse de multitud de sentimientos, desde la culpa, la tristeza o la rabia (“por no haber “sabido” parir de ma- nera vaginal; por “abandonar” a su bebé nada más nacer; por no poder atender al 100% las necesidades del bebé y necesitar ayuda; por no prepararse mejor para el momento del parto; porque el tener a su bebé sano no aleja la tristeza que sienten por cómo ha transcurrido el naci- miento”); el miedo (“a que posterio- res partos también sean cesárea, a no recuperarse nunca física ni psi- cológicamente, a ‘fallar’ como ma- dres”); sentirse mala o menos madre que las que han tenido parto vaginal; hasta incluso sentirse “menos mu- NOVIEMBRE 2017 • mama • 71