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Adrián Corellat: Sabemos
que eres una amante de los
juegos. Antes del viaje a
Japón del pasado verano,
¿se te había pasado ya por la
cabeza la idea de gamificar
un viaje?
“Sé que mi hijo
tiene un recuerdo
fantástico del viaje,
del que le encanta
hablar a todo el
mundo porque se
siente orgulloso.
Eso vale oro”
Julia Iriarte: Sinceramente,
no. En efecto, soy una aman-
te de los juegos y, como tal,
siempre llevo alguno encima.
¡Máxime si me voy de viaje!
En ese caso suelo llevar una
bolsa llena de “Optimismo
Lúdico”. Sí es cierto que a raíz
de una charla de Roberto Alhambra sobre gamifica-
ción en el aula me entraron ganas de gamificar todos
los aspectos de mi vida y la de mis hijos y, digamos,
se despertó una “chispa” en mí, pero no fue hasta la
sugerencia de la profesora Patri Mellado por Twitter
cuando se me ocurrió aplicarlo al viaje. La idea me
pareció brillante.
AC: ¿Y cómo han vivido tus
hijos el viaje con su pasapor-
te bajo el brazo? ¿Ha sido
un aliciente para ellos y para
vosotros?
JI: El bebé (de un año) apenas
intervenía arrancando alguna
que otra pegatina, pero ¡todo se
andará en próximos viajes! Eso
sí, sin duda, para el mayor (3
años y medio) el viaje adquirió
un cariz totalmente distinto,
motivador y retador y, para no-
sotros, igual. Desde luego, em-
pezar las mañanas señalando
los lugares especiales a los que teníamos que estar aten-
tos como buenos ninjas (temática elegida) o las comidas
que podíamos “completar” ese día, cambió totalmente la
experiencia de viaje. No solo para él, sino para nosotros.
Saber que tu hijo disfruta enormemente de algo que
has preparado tú, y no sólo durante unas horas sino a lo
largo de varias semanas, es una gozada.
NOVIEMBRE 2017 •
mama
• 19