Madresfera Magazine 12 - Septiembre 2017 | Page 78
[ SANA-MENTE ]
muchas otras variables que van a
influir en cómo una madre se adap-
te a su nueva situación. Para Sabi-
na del Río, es importante en este
período el acompañamiento y la
comprensión: “Poco a poco la ma-
dre va a tener que ir asumiendo la
nueva situación, ahora hay un nue-
vo miembro en la familia y si hasta
el momento su identidad ha sido
la de “hija”, ahora pasa a ser ma-
dre con todo lo que ello implica (la
salud del bebé, si come, si duerme,
si se calma, si crece según los per-
centiles esperados…); y es una gran
responsabilidad que no todas las
madres pueden asumir en un pri-
mer momento”.
“Cada
mujer va a
reaccionar al
parto como
se suela
enfrentar a
las crisis en
su vida”
El camino del puerperio va a ser
mucho más fácil, no solo a nivel lo-
gístico, sino también emocional, si
la madre se siente acompañada y
reforzada por su entorno: su pare-
ja, su familia, sus amigos, el perso-
nal sanitario, etc. “Aunque poco a
poco se va ganando seguridad, lo
habitual es que durante las prime-
ras semanas se produzcan cambios
emocionales que pueden ir de una
gran alegría a momentos de llantos
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•
mama
sin aparente causa, de desespera-
ción, tristeza o mal humor, así como
pasar de una enorme energía a jus-
to lo contrario, puro agotamiento”,
advierte Sabina.
También puede producirse un fe-
nómeno llamado maternity blues
o baby blues, un periodo que pue-
de aparecer tras el parto, aproxi-
madamente a las dos semanas de
haber dado a luz, y que dura unos
pocos días: “Durante este tiempo
la mujer se puede encontrar iras-
cible, triste, sin fuerzas, con llanto
repentino, y sin ganas de cuidar al
bebé o sintiéndose incapaz para
ello”.
¿Cómo saber si hablamos de ma-
ternity blues o de una depresión
puerperal mayor? La respuesta nos
la da la psicóloga: “Cuando se alar-
ga en el tiempo y no mejora, cuan-
do ocupa gran parte del día y no
solo algunos momentos y cuando
la intensidad de los síntomas es
más grave. Normalmente la propia
mujer no es consciente de la gra-
vedad de su estado y no pide ayu-
da. Además se suele sentir aver-
gonzada porque todo el mundo
espera que esté muy contenta con
un bebé que deseaba y que se en-
cuentra bien. Aquí juega un papel
fundamental la familia y la pareja,
ellos son los que tienen que detec-
tar cómo está la mujer y pedir ayu-
da profesional”.
Abortos y gestación subrogada
Si el embarazo, y posteriormente el
parto y el puerperio, marcan emo-
cionalmente a la mujer, ¿qué ocu-
rre en el caso de una interrupción
voluntaria del embarazo? Pues que
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ese cambio emocional sigue pro-
duciéndose, pero va a afectar a la
mujer de una manera o de otra a
nivel psicológico en función de sus
circunstancias. Según la opinión de
Sabina del Río, “no es lo mismo una
interrupción en las primeras sema-
nas de gestación por parte de una
adolescente que quedó embara-
zada, que una pareja de 40 años
que tiene que hacerlo tras un tra-
tamiento de reproducción asistida
en el que en la semana 20 les han
diagnosticado una malformación
incompatible con la vida”. Sin em-
bargo, incide en que “una IVE siem-
pre va a dejar una huella en las mu-
jeres a nivel psicológico, aunque la
decisión sea meditada y aceptada,
y puede que años después al que-
rer tener un hijo aparezca el males-
tar emocional”.
En el caso de la gestación subro-
gada, se entiende que, por un lado,
a nivel biológico, la mujer gestan-
te habrá dado a luz y se convertirá
en una mujer puérpera, su cuerpo
necesitará a su bebé. A nivel psico-
lógico, según el criterio de la psicó-
loga perinatal, “en función de cómo
haya sido el contrato y los motivos
por los que la mujer haya accedido
a someterse a este proceso, que-
darán más o menos huellas emo-
cionales pero es imposible que la
gestación subrogada sea un mero
trámite para ninguno de los miem-
bros implicados, empezando por el
bebé y pasando por la madre ges-
tante y los padres adoptantes. Hay
un hecho innegable y es que, entre
adultos con diferentes necesidades
(económicas, solidarias, narcisistas,
egoístas…), se pacta la creación de
un bebé que va a ser abandonado
por su madre al nacer”. ■