Madresfera Magazine 12 - Septiembre 2017 | Page 53

[ UN VISTAZO FUERA ] D ice Ana María Franco que su blog ‘Mamá con amor’ fue el “escape” de la vida de ama de casa. Un escape que, con el paso del tiempo y a base de ganar seguidores por doquier, se ha convertido también en una forma de “profesionalizar” su vida de madre a tiempo completo, tan poco valorada aquí como en Colombia, casi una “marginación de la sociedad”, como ella misma la define. Viajamos hasta Medellín para conocer a esta abogada que, tras el complicado nacimiento de su primera hija, se grabó a fuego una misión: “hacer algo para que este mundo sea mejor, para que los padres ejerzan con más amor su rol”. Adrián Cordellat: Leí la historia de tu parto y no pude evitar ponerme en la piel de tu marido. Y sobre todo en la tuya. Colombia- nos, de visita en Estados Unidos, fuera de vuestro país… y vuestra hija deci- dida a nac er con apenas 28 semanas de gestación. ¿Cómo vivisteis aquellos días de incertidumbre? chada, gracias al líquido del suero que todo el tiem- po me inyectaban, pero al otro día de nacer, fuimos a visitarla y apenas pudimos ver pedacitos de piel, entre cables, sondas y tubos. Ahí empezó la parte más difícil, la parte en que nada dependía de los dos. Muchos cuestionamientos iban y venían en nuestra cabeza, y nuestro orden de prioridades cambió para siempre. Yo no entendía por qué me pasaba aquello a mí, y lloraba muchísimo. La comunidad que se forma en torno a la unidad de cuidados intensivos, com- puesta por todos los padres que vivimos lo mismo, es algo abrumador. Un día llegas, conoces a una pareja y de repente su hijo muere. Y tú no entiendes por qué estás teniendo que vivir eso, y por qué tu hijo sigue en la incubadora. La incertidumbre ataca todo el tiempo y la vida te recuerda que tú no eres quien maneja tu destino. “Con el nacimiento de mi segunda hija no fue el cansancio el que se multiplicó, sino la energía y las ganas de volverme productiva, de contarle al mundo por qué vale la pena ser buenos padres” Ana María Franco: Sí, eso fue tremendo. Un bebé pre- maturo implica una logística inexplicable. Más en un país desconocido y más todavía siendo turistas. Nues- tra vida dio un giro grande en ese momento, pero ahora que podemos verlo por retrovisor sabemos que fue muy positivo. Los días que estuvimos en la clínica sin que naciera la bebé fueron días muy lentos; no poderme mover ni siquiera para ir al baño hacía que cualquier distrac- ción cayera en el drama que estábamos viviendo, en pensar si nuestra hija sobreviviría o no. Pasábamos los días jugando a juegos de mesa, contando historias los dos solos, en un cuarto diminuto, incluso sin ventanas y con riesgo de parto inminente. Cuando la bebé se puso en riesgo y decidieron que debía nacer, pensamos que la pesadilla terminaba, pero apenas estaba empezando. La bebé nació hin- La clínica tenía horarios muy amplios para ir a visitar a la bebé. Sin embargo en la noche debíamos irnos a casa y ese recuerdo era lo más duro de todo. Recién parida, con una cesárea por sanar, mis pechos llenos de leche, el extractor, incluso por el retrovisor veía el car- seat en donde se suponía que iba la bebé, y todo el montaje para llegar a casa sin ella, y desconociendo si sobreviviría hasta el otro día, si tal vez aguantaría un día más para poderla abrazar. Era un silencio tenaz, el extractor acompañaba mis noches y yo no veía la hora de ver el sol para poder volver a por ella. Estu- vimos un mes yendo y viniendo, hasta que la bebé pudo “graduarse” del hospital. Sin duda nosotros nos hicimos acreedores de múltiples diplomas en la carre- ra de la vida. AC: Mariana, tu hija, es una auténtica superviviente. Imagino que tuvieron que ser duros aquellos días. Y más aún viviéndolos lejos de casa, ¿no? AMF: Sí, es un milagro. Los médicos eran muy fríos al hablar de posibilidades y probabilidades, pero las SEPTIEMBRE 2017 • mama • 53