[ SOLIDARIDAD ]
E
n 2009, apenas un par de años después de
la explosión de la crisis económica, un estu-
dio de la Universidad de Comillas fijaba en
350.000 los niños que pasaban las tardes
solos en sus casas, de los menores que ya
cargaban con la responsabilidad de unas llaves que
abrían las puertas de hogares vacíos. Apenas ocho
años después, la encuesta
llevada a cabo por Educo y
Salvetti & Llombart eleva esa
cifra hasta 580.000 niños,
menores de entre seis y tre-
ce años que este verano pa-
sarán la mayor parte de los
días en soledad, sin un adul-
to como referente. “A través
de entrevistas con trabaja-
dores y educadores sociales,
así como con especialistas
en economía, hemos consta-
tado la estrecha relación de
este fenómeno con la preca-
riedad laboral y la escasez de
recursos de los hogares. Re-
cursos económicos, de tiem-
po y de relaciones familiares
y sociales de apoyo a las fa-
milias”, afirma Clarisa Giame-
llo, directora de Educación y
Acción Social de Educo.
cada vez mayor, de lo que en el informe de Educo han
llamado “un ritual posmoderno” que se observa clara-
mente en países occidentales u occidentalizados. Para
la portavoz de la ONG hablamos de “un espacio de ais-
lamiento que emerge en esta etapa de la modernidad
que ya no nos necesita como productores sino como
consumidores”. En ese sentido, según Clarisa Giamello,
“el aislamiento combina bien
con una crianza frente a las
pantallas y los eslóganes de
felicidad y consumismo”.
“Los niños de la lla
ve son un síntoma
del empobrecimiento
de la población, de
unas familias que
trabajan durante
largas jornadas, a
veces incluso en
varios empleos a la
vez, para continuar
sin poder llegar a fin
de mes, para seguir
siendo pobres”
Porque los niños de la llave son un síntoma del em-
pobrecimiento de la población, de unas familias que
trabajan durante largas jornadas, a veces incluso en
varios empleos a la vez, para continuar sin poder lle-
gar a fin de mes, para seguir siendo pobres. “Dejar
solos a los hijos es parte del proceso de autonomía
de ellos, pero quien tiene la tarea de su educación y
cuidado sabe cuándo y cómo hacerlo. Quien no tiene
la posibilidad de esa decisión y debe hacerlo porque
no queda otra alternativa, lo vive con miedo, con in-
seguridad y desasosiego. Se trata de una perdida de
bienestar del entorno familiar que tiene y tendrá su
precio”, explica Giamello.
También es esta situación un reflejo del aislamiento
de las familias, de la falta de vínculos, de una soledad
La pobreza tiene cara de
niño
Afirma la directora de Edu-
cación y Acción Social de
Educo que en España “la
pobreza económica tiene
cara de niño desde finales
de los años 90”. Da igual
que hablemos de etapas
de crecimiento económi-
co o de recesión; o de go-
biernos de izquierdas o de
derechas. Siempre, según
Giamello, se ha manteni-
do al grupo de población
de los menores de 18 años
“con porcentajes más ele-
vados de riesgo de pobreza y exclusión social” que
entre otros colectivos. “Que no voten puede ser un
acelerador o una explicación de esta situación, pero
lo cierto es que uno de cada tres niños viven en ries-
go de pobreza en España, y eso se mantiene así en
la última década”, añade.
Y esa pobreza lleva aparejada la exclusión, un es-
tigma marcado a fuego. Así lo corroboran las inves-
tigaciones de Educo sobre bienestar de la infancia,
que destacan la importancia que los niños otorgan al
aspecto relacional, a poder disfrutar del tiempo y de
actividades con sus iguales: “Cuando les hemos pre-
guntado a los niños se reafirma que lo que más les
preocupa no es la falta de recursos, sino la exclusión
de actividades, y la vergüenza de no poder participar
en igualdad de condiciones con sus pares. “La pobre-
JULIO 2017 •
mama
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