[ FILMOTECA PARENTAL ]
“REFLEXIONES SOBRE LA CRIANZA Y LA EDUCACIÓN”
Captain Fantastic
H
ay películas que tienen una admirable
cualidad: la de tenerte pensando y
reflexionando sobre lo que viste durante
días e incluso semanas. Uno tiende a
atribuir esta capacidad al cine minoritario
y de autor, pero de repente llega ‘Captain Fantastic’
y te desmonta todos los tópicos, porque hablamos
de una película que pese a su estética indie, está
directamente dirigida a las grandes masas. Un
film independiente, sí, pero con actores de la talla
de Vigo Mortensen en el cartel y con una clara
vocación de llegar al gran público. Y, sin embargo y
pese a ello, ‘Captain Fantastic’ tiene una capacidad
única para abordar los problemas de occidente
con inteligencia y humor. Y desde una perspectiva
claramente de izquierdas, toda una osadía en el cine
estadounidense.
Ha tejido Matt Ross, director y guionista, una
historia entretenida y compleja en su sencillez, la
de una familia, encabezada por Vigo Mortensen,
que decide huir de la civilización, hastiado de ella
y del capitalismo salvaje, para criar a sus seis hijos
en mitad del bosque. Allí los preparan físicamente
para sobrevivir en la naturaleza, pero también
intelectualmente, en una reivindicación con pocos
precedentes en el cine del homeschooling. El suicidio
de la madre romperá el equilibrio familiar y pondrá
en entredicho todo lo construido hasta la fecha,
poniendo a prueba la flexibilidad de unos y otros y el
sueño utópico del padre.
Convertida ya y por derecho propio en una de
las grandes películas de 2016, fascina de ‘Captain
Fantastic’ su capacidad para entretener a la vez que
da que pensar, la invitación que ofrece al público para
reflexionar sobre
el mundo en el que
vivimos y sobre la
necesidad de buscar
nuevos y mejores
caminos. Quizás
con Noam Chomsky
como nuevo Dios
universal, quién sabe.
La continua referencia
al reconocido
activista de izquierdas
norteamericano es una
maravillosa licencia
que se ha tomado
Ross, que convierte
al sociólogo en un
protagonista más, sin
necesidad de salir en la
pantalla, al reproducir
de voz de los actores
muchos de sus planteamientos teóricos.
El final, con su consiguiente momento dramático
en el que parece que todo está perdido pero no
(es cine comercial, ¿¡qué esperabais!?), nos deja un
regusto amargo, más dulce eso sí del que suelen
dejar otras películas indies más pesimistas. No es,
como decimos, un final feliz (si es que existen los
finales felices), pero sí deja abierto un rayo a la
esperanza, a una pequeña victoria, la conseguida
por este padre y sus hijos, que necesita de otras
pequeñas victorias domésticas, en tu casa y en la
mía, para cambiar el mundo.
POR ADRIÁN CORDELLAT
MARZO 2017 •
mama
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