Madresfera Magazine 05 - Julio 2016 | Page 15

¿Y por qué un estilo de vida más ecológico no puede implicar también al hombre? Insistes una y otra vez en despreciar nuestro papel en todo esto y te equivocas. ¡Eres tú quien llevas estas «teorías» al extremo con ejemplos torticeros! Somos muchos los que intentamos alejarnos de una vida de plástico y acelerada impuesta desde fuera, y en la mayor parte de los casos lo hacemos con un reparto de roles cada vez más equitativo y justo. El gran engañabobos fue una emancipación de la mujer que nunca llegó a ser tal, porque os incorporasteis al mercado laboral sin que vuestra contraparte, nosotros los hombres, se incorporara al hogar. Y seguíais siendo las responsables de las tareas domésticas, y de los hijos, y de su crianza. Y precisamente contra eso, contra esa presión añadida que soportáis tantas mujeres, es contra lo que intentamos luchar muchos mientras se termina el sofrito de ese tomate casero que tanto te disgusta. «Nuestros primeros años como profesionales son brillantes, pero cuando el reloj biológico comienza a hacer tictac, se acabó puesto de relumbrón y sueldo espléndido, la maternidad es lo primero. Y lo es, pero tampoco hace falta inmolarse en su pira. La vida moderna permite compatibilizar trabajo y familia.» palabras hirientes no haces sino profundizar en la culpabilización de las madres. «El gran engañabobos de estas nuevas conductas neomujeriles es que cuentan con la coartada de la vida natural y ecológica. ¿En qué momento las mujeres que tanto luchamos por la igualdad levantamos la guardia y evitamos ver que, llevadas al extremo, teorías como estas pueden acabar devolviéndonos a viejos roles femeniles? Una vuelta a «en casa y con la pata quebrada» y sin que nadie nos obligue, además.» ¿Ahora sí lo permite? Claro que sí, pero sólo desde lo que tú entiendes como «trabajo» y «familia», ¿verdad? Cualquier otro acercamiento a la vida familiar es necesariamente machista, desde tu punto de vista. Mientras no seas capaz de entender que hay madres que eligen estar junto a sus hijos, ¡y cada vez más padres!, serás incapaz de acercarte siquiera a comprender por qué nos gusta comer tarta casera. Compra una tarta congelada, Carmen Posadas, a nosotros no nos importa. O sí, quién sabe, porque quizá tu actitud egoísta no haga sino contribuir a que un planeta que también es nuestro envejezca entre islas de plástico, a que las mujeres sigan sintiéndose culpables de elegir y obligadas a justificarse… Rompe tu burbuja, Carmen; hay vida más allá. ■ JULIO 2016 • mama • 15