Madresfera Magazine 05 - Julio 2016 | Page 12

[ EL POST DEL MES ] La burbuja Por Enrique de ‘Papá llega tarde’ U na vida activa en redes sociales entraña un peligro evidente que en demasiadas ocasiones nos empeñamos en obviar: vivimos en una burbuja. El día a día físico nos pone —un poquito— en contacto con personas de otros ámbitos, con gente afín a otras opiniones, pero cuando nos sumergimos en la maraña social de Internet tendemos a establecer lazos con aquellos que tienen gustos, intereses y pareceres similares a los nuestros. Nos sentimos cómodos y a gusto así, recibiendo «megustas» en cada tuit de pataleta social y en ese chiste sobre el líder del partido político más alejado de nuestra papeleta electoral. Y olvidamos que existe todo un mundo más allá, un universo paralelo de gente que vive a nuestro lado, pero que entiende la realidad e interpreta sus necesidades de forma diametralmente opuesta a la nuestra. Nunca había sido tan consciente de la existencia de esos universos paralelos como el día en que mamá y yo compartimos una noche de cena y concierto con los amigos del trabajo de mi hermana. La tía de nuestra gusanita trabaja en una gran empresa de 12 • mama • JULIO 2016 auditoría, de esas de traje y corbata para los hombres aunque el sol les apriete los pescuezos con la sequedad aplastante del verano madrileño. Nos encontramos en un irlandés cerca de una de las colmenas de oficinas de Azca. Y empezó el baño de realidad. Entre auditores, abogados y registradores de la propiedad aprendimos que existían jóvenes de nuestra edad que sólo acudían a fiestas nocturnas que les garantizaran que un aparcacoches les ahorraría rayones en su Mercedes de 60.000€ después de 3 ó 4 gin-tonics a 15€ la copa; conocimos —como las meigas, haberlas, haylas— mujeres florero de apenas 30 años que desconocen lo que cuesta un café porque su marido lo paga todo con la tarjeta —«black» o no, nunca lo sabremos— de ese bufete de abogados cuyo nombre descuelga un apellido compuesto tras otro cual dinastía élfica del «Simarillion»; nos dimos cuenta, en definitiva, de que nuestra vida no tenía nada que ver con la de todos esos jóvenes oscuramente trajeados que no nos habrían tocado ni con un puntero láser atado al extremo de un palo si nos hubieran visto en cualquiera de las sentadas del 15M que a nosotros nos ponían «la gallina de piel».