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Historias
C
uentan los libros de historia que en la década de los años ’30, más concretamente
en 1938, las cifras de mortalidad infantil
ascendían hasta 65 por cada 1.000 nacimientos en Finlandia. Hoy, casi 80 años
después, el país nórdico tiene una de las tasas más
bajas del mundo, con 2,52 muertes por cada millar
de niños menores de un año. En la Unión Europea,
sin ir más lejos, esa tasa se sitúa en 4. En España
en 3,3. En un país en guerra como Siria, en 15,61. En
Liberia, en 2015, en 67,5. Los mismos números que
Finlandia, tres cuartos de siglo después.
¿Y qué paso en Finlandia para que sus cifras hayan
descendido de una forma tan drástica? Avances sanitarios, tecnológicos y sociales al margen, el punto de
partida hay que buscarlo en 1938, cuando las muertes
infantiles se contaban por decenas. Entonces el Gobierno finlandés presidido por Aimo Cajander decidió
tomar una curiosa medida que, de alguna forma, supuso uno de los primeros pasos del país hasta convertirse en una referencia como estado del bienestar:
dotar a todas las familias que esperaban un hijo con
nórdicas
una caja de cartón con utensilios de primera necesidad para dar a todos los niños nacidos en el país un
trato equitativo. Para conseguir la caja sólo se pedía
una condición: visitar al médico antes de los cuatro
primeros meses de embarazo. Así, de golpe y porrazo,
el Estado consiguió que las futuras madres entrasen
en el sistema oficial de salud y que su embarazo estuviese mucho más controlado.
Casi 80 años después la brillante idea no sólo sigue en
pie, sino que cerca del 95% de los finlandeses siguen
haciendo uso de ella, pese a que el Estado permite
ahora elegir entre la misma o una ayuda de 200€. El
contenido de la caja ha ido evolucionando con los
tiempos, pero lo que sigue vigente desde entonces es
su uso como primera cuna de los bebés y su apuesta
por la lactancia materna (no incluyen biberones o chupetes). La sencilla y eficiente medida se ha extendido
a numerosos países después de que en 2013 esta realidad finlandesa saltase a los medios de comunicación
de medio mundo. Para entonces, los niñ