[ SALUD ]
“Los dentistas
vemos todos los
días pacientes
con caries que
se cepillan
varias veces
al día pero lo
hacen mal y
eso es como no
cepillar”
ble. Una dieta dura, seca y fibrosa.
La boca trabaja con sus músculos,
sus articulaciones, sus huesos por
lo que el sedentarismo en salud
general es el equivalente a la dieta
blanda en salud bucodental: si no
trabajamos los músculos, los huesos, los ligamentos, éstos se atrofian. Y la boca funciona básicamente comiendo, tragando, masticando
por un lado, por el otro, arrancando
trozos de comida, incidiendo, moliendo, machacando. Cuando nuestra alimentación se basa en leche
con cereales, pan de molde, menestra de verduras cocida, albóndigas,
tortilla de patatas y plátano, no estamos trabajando con los músculos.
Todo aquello que se aplasta con un
tenedor no estimula el sistema neuromuscular ni músculo-esquelético”.
Otra causa de la aparición de caries es una técnica inadecuada de cepillado. “Los dentistas vemos todos los
días pacientes con caries que se cepillan varias veces al
día pero lo hacen mal y eso es como no cepillar”. Las
consecuencias de las caries para la salud son problemas
como infecciones y dolor y la posibilidad a largo plazo
de que de adulto ese niño sea una persona que a edad
temprana pierda piezas dentales. Además, Irene Iglesias
explica que “una boca en mal estado aumenta el riesgo
de enfermedades como diabetes, enfermedades cardiovasculares, problemas de erección en varones, infertilidad, riesgo de parto prematuro o de recién nacido de
bajo peso, o más riesgo de cierto tipo de tumores”. La
salud bucodental tiene una íntima relación con la salud
general, y por tanto, en la infancia estamos creando hábitos para una buena salud también de ese niño cuando
llegue a ser adulto. “A mí me preocupa un niño enfermo
no por niño sino porque si no cambiamos nada será un
adulto enfermo”, concluye Irene.
Uso de dentífrico en bebés y niños: ¿es recomendable?
Para Irene Iglesias, los dentífricos fluorados tienen
demostrada eficacia en la prevención de la caries y,
pese a que no son la única medida preventiva, sí son
una fundamental. Son muchas las dudas que han sur-
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mama
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gido a lo largo de los últimos años
sobre si es recomendable o no su
uso en bebés y niños. Para la odontóloga la respuesta es dentífrico
fluorado sí, porque, según apunta,
“está demostrado que previene la
caries, que no olvidemos que es la
enfermedad más prevalente en el
ser humano, por encima, y mucho,
del asma o la obesidad. Y la caries
es una enfermedad prevenible en
la que el dentífrico fluorado juega
un papel fundamental en la prevención”.
Eso sí, en el caso de bebés, siempre mayores de un año, y niños, se
debe hacer de manera segura y eficaz: “Poniendo una cantidad acorde con el número de dientes que tiene, en cepillo seco
para no hacer espuma y cepillando insistentemente las
superficies dentales separando con un dedo los tejidos
blandos que nos restan visibilidad y acceso (labios, lengua, carrillos). Y luego, no enjuagarse”. Esto último que
puede parecer sorprendente, es comparado por la especialista con la limpieza de una herida: “Al igual que
si te haces una herida contra el suelo, primero eliminas
los restos gruesos, piedrecilla, arena, y luego limpias cuidadosamente y aplicas un antiséptico y lo dejas, no te
enjuagas después”. El motivo no es otro que el efecto
a posteriori de la sustancia terapéutica (flúor) hasta el
momento del siguiente cepillado.
El uso de dentífrico por parte de niños no está exento
de mitos. El mayor, según Irene, es que si se tragan dentífrico puede ser perjudicial para la salud del niño. “Lo
que es perjudicial es dejarle al niño el tubo de pasta de
dientes, que lo chupe o dejarle el cepillo lleno de pasta
y que lo maneje él. La pasta de dientes es segura cuando la maneja el adulto pero no cuando es el niño el que
lo manipula. Utilizado y dosificado adecuadamente por
parte del adulto, no hay evidencia de riesgos de fluorosis ni intoxicación por el uso de la pasta de dientes.
No olvidemos que la fluorosis es una enfermedad consecuencia del exceso de flúor en el agua de consumo
(ojo, por cierto, con algunas aguas minerales). Esto no
sucede en países como España donde la concentración
de flúor se sitúa en la franja entre 0.7 y 1.2 ppm (no así