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Historias
E
ra un 26 de agosto de 1925. Y era un miércoles de verano, o todo lo verano que puede
llegar a ser un verano en Kumla, un pequeño
municipio (14.000 habitantes en 2010) que aún
no tenía la consideración de tal (la consiguió
en 1942), situado en una planicie al sur de Suecia. Allí
donde desde 1965 tiene su sede la cárcel más grande del país nórdico, la que da cobijo a algunos de los
presos suecos más notorios y peligrosos, nació un
26 de agosto de 1925 Bertil Aldman, hijo de un comerciante al por mayor.
Su nombre en aquel momento no decía nada, pero la
historia le tenía reservado un espacio. Siguiendo los
pasos de su hermano, Arne Joel Aldman (1920-2005),
Bertil se licenció en medicina en 1953 y se convirtió en
Doctor en Medicina en Estocolmo en 1963. Entonces viró
su atención hacia la seguridad vial y del tráfico, donde
en la década de los sesenta desarrolló un puntero estudio sobre la siniestralidad en las carreteras de Suecia.
En base a los resultados del mismo desarrolló la inclusión de los cinturones de seguridad en los coches
nórdicas
y creó unos incipientes airbags. Pero su lucha no
iba a acabar ahí. Viendo que los niños eran los que
peor salían parados en los accidentes y basándose
en la posición en que amerizaban los astronautas de
la “Misión Gemini” de la NASA (¿Os suena un tal Neil
Armstrong?), Aldman consideró que de espaldas a
la marcha, y no de otra forma, sería como los niños viajarían más seguros. El primer prototipo de una silla a
contramarcha llegó en 1963. Harían falta dos años más
para que la marca Klippan lanzase al mercado el primer modelo. Hoy, medio siglo más tarde, el invento de
Bertil Aldman se ha exportado a todo el mundo y es
recomendado por especialistas en seguridad vial como
la forma más segura de llevar a los niños menores de 4
años en el coche.
Por ello, entre otras cosas, Bertil Aldman recibió en
1992 el Gran Premio KTH, al que pone nombre y concede la Universidad más grande, prestigiosa y antigua
de Suecia. 6 años más tarde, un 13 de octubre de 1998,
fallecía en Gotemburgo, a 300 kilómetros del pueblo
que le vio nacer un lejano miércoles de verano de 1925,
cuando su nombre aún no decía nada.
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MAYO 2016 •
mama
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