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on toda probabilidad, una
de cada cuatro mujeres
nacidas en 1975 no tendrán hijos cuando alcancen el medio siglo de
vida. De ellas, sólo el 5% no será madre por decisión propia, el 2% por
problemas de infertilidad y el resto,
más del 90%, debido a las condiciones económicas y conyugales y al
retraso en la edad de la primera
maternidad, fijada en la actualidad
en más de 30 años de media según
los datos del INE.
“Es un tema que debería preocupar al Gobierno y a la población en
general. No tanto pensando en el
estado del bienestar del futuro
como en las mujeres, hombres y parejas que han querido tener hijos y
no han podido porque las circunstancias personales y económicas
que tuvieron cuando tenían la mejor
edad para tenerlos no les acompañaron”, sostiene Albert Esteve, director del estudio.
¿Y qué factores han podido llevar
a la sociedad española a alcanzar
unas cifras de infecundidad sin parangón en nuestra historia? Para el
miembro del Centro de Estudios
Demográficos existen una multiplicidad de causas que acaban confluyendo: “Está claro que no hay ayudas a la maternidad que permitan a
las madres y padres reducir los costes de la reproducción. La crisis
también ha frenado la recuperación
de la fecundidad que empezaba a
notarse a finales de 2007. Luego
existen muchas mujeres y hombres
en edad de ser padres que no tienen
pareja estable. Y también hay un
cambio de valores hacia un mayor
individualismo. Al final es la suma de
éstos y de otros muchos factores”.
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mama
• MAYO 2016
Los datos del INE son demoledores: En 1975 la edad media de la primera maternidad se situaba en 25
años, 5 menos que en la actualidad.
En 2014 el índice de fecundidad
quedó fijado en 1,32 hijos por madre, muy lejos de los 2,8 de 1975. En
2014, la tasa bruta de natalidad se
quedó en apenas 9 nacidos por
cada mil habitantes, justo la mitad
de la cifra de hace ahora 40 años.
Por último y como dato clarificador
del retraso de la maternidad, según
el INE, en 2014 nacieron más niños
de madres de 37 años que de mujeres con 25, 26 o 27 años, algo impensable hace cuatro décadas.
“Uno de los factores que influye
directamente en la necesidad de
técnicas de reproducción asistida es
el atraso de la maternidad”, explica
“Una de cada
cuatro mujeres
nacidas en 1975
no tendrán hijos
cuando alcancen
el medio siglo de
vida”
el Doctor Juan Antonio García Velasco, director de IVI Madrid. A mayor edad de la mujer, mayores dificultades para lograr gestación,
“sobre todo a partir de los 35 años”.
El hecho de que las mujeres sean
madres cada vez a una edad más
tardía, ocasionará de forma inevitable en algunos casos, como afirma
el doctor, “ciertos problemas de fertilidad”.
El análisis lo corroboran desde la
Sociedad Española de Fertilidad
(SEF): “Se estima que la fertilidad
empieza a disminuir a partir de los
35 años, siendo este descenso mucho más acusado a partir de los 40
años. El hecho de que la edad para
tener el primer hijo ya esté por encima de los 30 años pone de manifiesto que empezamos muy tarde a
buscar el embarazo y que por tanto
cada vez más mujeres o parejas entrarán en una edad comprometida
en la que su fertilidad estará mermada y que por ello van a requerir
de la ayuda de los tratamientos de
reproducción asistida con mayor
frecuencia”.
Las cifras también dan fe de ello:
en 2015, el Grupo IVI realizó más de
36.600 tratamientos de reproducción asistida –un 5% más que en
2014- para mujeres de una edad
media de 38,4 años, edad que “año
tras año se va atrasando progresivamente”. Tanto es así que, según datos del Instituto Valenciano de la Infertilidad, en 2015, 700 mujeres
congelaron sus óvulos para retrasar
su maternidad, “un 65% más que el
año anterior”, una demanda que
crece exponencialmente a la par
que se extiende el conocimiento
acerca de la técnica de preservación
de la fertilidad. Los datos del IVI corroboran una vez más las estadísticas del INE sobre el retraso sistemático de la maternidad: El número de
mujeres embarazadas a los 40 años
en 2014 fue justo el doble que a inicios del siglo XXI.
Más allá de la edad
La infertilidad, sin embargo, no es
cosa únicamente de la edad. Así lo
refrenda Helena Fernández Monte-