[ EL POST DEL MES ]
“Durante el
embarazo te cuidan
como una figura de
porcelana porque
gestas una vida
pero en el momento
en el que nace tu
bebé pasas a un
segundo plano para
todo el mundo”
un sueño hecho realidad,
siempre quise ser madre de
familia numerosa y me imagino dentro de muchos años
sentada a la mesa con una
gran familia y ese pensamiento me llena mucho. Ser madre
es el proyecto más duro, más
arriesgado y más gratificante
que he podido emprender,
pero sin duda el mejor regalo
de la maternidad ha sido dar a
luz. Parir a mis hijos es el
mayor regalo de la maternidad, con todo lo que conlleva,
el mayor dolor que he sentido
en mi vida, volvería a parir
porque es una experiencia tan
brutal como maravillosa. De
hecho si me preguntas que es lo que mejor sé hacer,
te contestaría que parir. Y no hay nada que supere
eso.
Dices que lo que nadie comprende es que el problema no es tener tres hijos sino que tu marido se vea
obligado a estar fuera tanto tiempo por trabajo.
¿Existe la conciliación o en realidad “son los padres”?
La conciliación es, a mi parecer, la mayor mentira
jamás contada. Nuestro caso es muy particular
porque mi marido fue despedido el día que nació mi
hija mayor hace casi 5 años y hasta hace unos meses
no ha logrado volver a trabajar de manera más o
menos continua (y aún así las condiciones laborales
dejan mucho que desear), por lo que ha aceptado lo
que le ha venido a pesar de que eso le suponga
estar fuera de casa, a cientos de kilómetros, viendo a
sus hijos con suerte dos días al mes. No pudo
acompañarme en el nacimiento de nuestro tercer
bebé, casi no lo está viendo crecer y sé que para él
es muy duro. Pero claro, cuando es eso o no trabajar,
ni siquiera piensas en la conciliación. Yo perdí mi
empleo porque mi empresa cerró tras un ERE al
poco de reincorporarme de la baja maternal de mi
hija y, a pesar de que dediqué unos meses a criarla,
no tardé mucho en emprender mi propio negocio
para intentar conciliar, cosa que hacía porque al no
rendir cuentas a nadie podía disponer mi horario.
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•
mama
• MAYO 2016
Pero no es oro todo lo que
reluce. Para atender a mis
hijos tenía que dejar de
atender mi negocio, por lo
que era una conciliación
relativa. Un roto para un
descosido. Ahora mismo, a
pesar de que me gustaría
trabajar porque me gusta y
económicamente sería un
desahogo, no puedo ni
planteármelo, pues desde que
me levanto hasta que me
acuesto estoy yo sola para
mis hijos. Al faltar su padre,
trabajar fuera de casa me
supondría delegar demasiado
su crianza y educación en
otras personas e incluso
obligar a mis hijos a hacer renuncias. Y la realidad es
que no compensa. No compensa porque, aunque es
relativamente fácil encontrar un trabajo a media
jornada, los sueldos han bajado tanto que económicamente se puede decir q