M
illones de niños y niñas son víctimas de
agresiones verbales
y/o físicas en todo el
mundo. Sufren muchos tipos de violencia que, a veces, es silenciada u ocultada bajo
premisas como “son cosas de niños”, “son chiquilladas” o “eso es
algo que ha pasado toda la vida”.
Sin embargo, el acoso escolar es
un problema realmente grave con
consecuencias devastadoras a nivel emocional y, en ocasiones,
también a nivel físico. Los insultos, los rumores, las vejaciones, el
aislamiento social, las agresiones
físicas y las coacciones durante
meses, e incluso años, tienen consecuencias terribles para todos
los actores implicados: acosados,
acosadores y espectadores, pero
especialmente para los primeros.
En España, pese a que la preocupación y la concienciación social
hacia el bullying se han incrementado en los últimos años, aún queda mucho camino por recorrer para
que los adultos sepamos cómo
abordarlo y con qué recursos contamos para ponerle solución. No
existe un plan integral de lucha
contra todas las formas de violencia en la infancia ni actuaciones dirigidas a víctimas, agresores y al
grupo del que forman parte. La
edad de los niños que sufren o ejercen ese acoso no le quita importancia: es una forma más de violencia.
En este caso, además, estamos
ante un tipo de violencia que es intencionada, recurrente y que deja a
la víctima indefensa, pero que tam24
•
mama
• MARZO 2016
bién culpa al agresor sin ir a la raíz
de su conducta.
FAMILIAS Y PROFESORES,
TRABAJO EN EQUIPO
1 de cada 10 estudiantes españoles afirma ser víctima de acoso y
un 7% dice sufrir acoso a través de
internet o del móvil en nuestro
país. Son los datos del último informe de Save The Children sobre
acoso escolar. A través de los mismos sabemos que los colectivos
más vulnerables son las chicas y
los más jóvenes: “Las chicas se
ven expuestas a más situaciones
tanto de acoso como de ciberacoso, también encontramos más casos de acoso entre los estudiantes
de primer ciclo de la ESO que de
segundo ciclo”. El informe elaborado por la ONG destaca que “la
participación de los niños y niñas
es determinante para solventar
estas situaciones” e insiste en que
“deben asegurarse medidas de
protección y cuidado para la víctima, y que las medidas que se tomen con el agresor estén enfocadas a la restauración de derechos
de la víctima y la reeducación y
toma de conciencia, y no centradas únicamente en un enfoque
punitivo de castigo del agresor”.
Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva, presidente de Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE) , explica a
mama que en los dos últimos años
las peticiones de ayuda que les llegan vía teléfono o mail se han incrementado en un 30%. Aún así,
asegura que los que llegan a la
asociación “son sólo la punta del
iceberg”, ya que normalmente “los
casos que se denuncian son los
que llegan a inspección educativa
o fiscalía de menores”.
Jesús Niño Triviño, psicólogo,
profesor y coordinador del servicio
El Defensor del Profesor , por su
parte, no considera que la proliferación de los casos de acoso escolar
y el aumento del número de noticias relacionadas con ello en los
medios de comunicación se deba a
un aumento real de los mismos,
sino al cambio de ciertas actitudes
en relación a la denuncia de estos
hechos: “Poco a poco la sociedad
se va haciendo más consciente de
la importancia que tiene hacer públicas estas situaciones y dentro de
esta tendencia se encuentran los
docentes y los alumnos”.