Madresfera Magazine 03- Marzo 2016 | Page 15

[ EL POST DEL MES ] Dices en la presentación de tu blog que la maternidad te removió completamente y te obligó a re-conocerte. ¿Cómo veías la maternidad antes de ser madre? casa? Esto al final genera muchísima frustración. Tenemos que ser realistas con nuestra disponibilidad y ajustar nuestro propio nivel de exigencia. Yo aún no lo he conseguido, por cierto. No tenía ni idea de nada, yo iba a ser una madre de las que traía a los niños firmes. Y es curioso, porque ahora me doy cuenta de que estaba cantado que no sería así, mi relación con los niños siempre ha sido distinta a la de la mayoría de la gente. Yo era esa amiga que estaba encantada de jugar con los niños de los amigos y conocidos, esa amiga a la que los niños siempre adoraban, que se los ganaba a todos, incluso a los más reservados. Y no hacía nada especial; simplemente les prestaba la misma atención que a los adultos, los trataba de tú a tú. Les hacía caso cuando el resto de adultos sencillamente los ignoraban. ¿Qué hay de diferente entre ser mamá de uno a ser mamá de dos? ¿Se tiene más experiencia y eso hace que relativicemos ciertas cosas? Al nacer mi hijo me sentí muy abrumada porque yo venía de una educación muy estricta, una relación familiar muy poco física y muy basada en la autoridad. Y de repente te das cuenta de que lo que quieres hacer es todo lo contrario, que quieres tener a tu hijo pegado a ti el mayor tiempo posible, y te pones a investigar y descubres que, además, eso que te nace es lo mejor para tu bebé. Todo esto de la mano de un bebé muy demandante e intenso, que no me daba tregua ni de día ni de noche. Fue agotador pero al mismo tiempo un aprendizaje increíble acerca de mis límites y mis capacidades, de la maternidad y de la importancia de la crianza. ¿Se nos exige mucho a las madres? ¿Crees que hay cierta obsesión por el perfeccionismo maternal? No se nos exige demasiado, se nos exige un imposible. Tener una casa de revista, hijos perfectos, trabajos de éxito, maridos felices, suegras y madres contentas, y suma y sigue. Es imposible, literalmente imposible. El problema es que nosotras mismas no nos damos cuenta, somos quienes más nos exigimos, y además nos hemos criado en casas en las que se podría comer en el suelo con madres que nos zurcían los calcetines, y con esa imagen en la cabeza miras tu casa y tu vida y te sientes fatal, porque no es que no llegues, es que no llegas ni a la suela de los zapatos. Pero por ejemplo mi madre no trabajaba cuando yo era pequeña; entonces ¿cómo me voy a comparar con ella, si yo estoy todo el día fuera, y ella tenía nuestras horas de colegio para ocuparse de la En mi caso ha sido muy distinto porque como te digo los primeros años del niño fueron muy abrumadores, los viví muy intensamente. Con la niña ha sido todo mucho más relajado en ese sentido, quizás lo haya disfrutado más, aunque al mismo tiempo ha sido mucho más locura. Con el mayor, si no dormía durante la noche dormía la siesta con él, iba compensado como podía. Al tener dos esta opción desaparece, claro. Así que por una parte tienes la experiencia pero por otra te ves muchísimo más limitada. Y luego está esa bendita costumbre