[ EL POST DEL MES ]
El caso es que se fue acostumbrando a ver la tele,
y se volvió comodón. Ya no quería jugar, ya no quería
pintar, ya no quería nada, sólo ver la tele, si por él fuera la vería toda la tarde. Y ya os podéis imaginar que
yo no estaba por la labor, así que esto nos llevaba a
enfados a los dos. Bueno, a los tres, porque su padre
no acababa de comprender mi manía por llevarle la
contraria al niño y complicarme la vida. Hemos ido
lidiando con el tema más o menos bien, hasta hace un
par de meses, cuando algo dentro de mí dijo BASTA.
Se acabó la barra libre de tele. Se acabó ver la tele
en lugar de jugar. Así que un sábado por la mañana
les lancé un órdago a mis chicos: vamos a estar una
semana sin ver la tele. Así, a bocajarro, a las 8 de la
mañana. Ahí, con narices.
Para que un plan así funcione tienes que poner toda
la carne en el asador, y ya os podéis imaginar que yo
no estaba dispuesta a fracasar. Así que saqué mi arma
secreta, una que sabía que siempre conseguía que a
mi hijo se le pusieran los ojos como platos: un gran
trozo de cartón. Y entonces a mi hijo se le iluminó la
cara, me miró y me dijo: Mamá, voy a hacer un cohete.
Y empezó a dibujar en el cartón. Minchiña, al ver a
su hermano tan ent