[ LA COLUMNA FUCSIA ]
No es fácil
—¿Sabes, mamá? No es fácil reconocer algo que
has hecho por lo que te pueden castigar— me dijo
mi hijo mayor hace unos días, desconcertado por
haberse hecho consciente de algo tan importante.
—Pues no, hijo, no lo es. Y es muy honesto hacerlo— le contesté igual de perpleja, aunque por motivos distintos a los suyos.
Érase una vez un niño dando lecciones a su madre, sin pretender hacerlo. Hugo y sus casi ocho
años, a la salida de su extraescolar balompédica,
reflexiona en voz alta y ¡zas!, dispara de manera
certera al centro de la cuestión. «Otra vez ha vuelto
a enseñarme algo», pensé.
Algo que se supone que a mis casi treinta y diez
yo debería saber, pero que parece nuevo al escucharlo de su boca. Porque sí, tiene razón: no es fácil
enfrentarse a las consecuencias de nuestros actos,
de nuestras decisiones. Yo, que llevo una temporada presumiendo de relativista moral, tuve que admitir que tengo un hijo que parece haber entendido
que es necesario tener una conciencia. Y tratar de
ser coherente con ella, eh.
Honestidad y coherencia. Es curioso que cuando
encontramos una persona honesta y coherente lo
hagamos notar por valioso, al menos como señal
de que esa persona es fiable. Te puede gustar
más o menos, pero sabes a qué atenerte cuando la tratas. Es curioso, digo, porque parece
que desde pequeños tenemos esos valores
incorporados de serie. Pero a medida que
nos hacemos mayores y los acontecimientos nos suceden ponemos capas a nuestra
conciencia. Por miedo, por inseguridad,
por cobardía… Llámalo como quieras.
Toca hacer limpieza. Vaciar el trastero de
cosas inútiles que ocupan espacio, escudriñar tu conciencia hasta encontrarla.
Y después ser honesto y coherente como
cuando tenías casi ocho años.
Reflexiones espontáneas
y eclécticas (NO es un
blog para madres).
Lo vivo, lo siento, lo
pienso... y lo escribo.
«If the fuck don’t feel
right, don’t fuck it. Right,
don’t fuck it.»
lacolumnafucsia.com
FEBRERO 2016 •
mama
• 7