[ SOLIDARIDAD ]
“Tras cinco años
de guerra, en
Siria se habla
ya de una
generación
perdida”
des cubiertas”. Para estos menores,
haber sido testigos de una violencia
extrema, así como haber tenido que
dejar su casa y desplazarse a un nuevo lugar, ha supuesto daños psicológicos que requieren de atención. Naciones Unidas estima que una cuarta
parte de los niños que permanecen
en Siria corren el riesgo de desarrollar problemas de salud mental.
Los niños refugiados también tienen
necesidades psicológicas sin cubrir: “La recuperación
psicológica a largo plazo de los niños que huyen de la
guerra de Siria está seriamente amenazada debido a la
falta de fondos para la protección de la infancia, el número creciente de refugiados y los escasos recursos que
existen en los países de acogida. Las consecuencias para
el futuro de la salud mental de toda una generación podrían ser catastróficas”, asegura Susana Hidalgo.
La educación tampoco queda fuera de este drama.
Un reciente informe de Save the Children denuncia que
un número considerable de niños sirios no ha asistido a
clase durante al menos tres años ni ha recibido ningún
tipo de educación. Para millones de familias refugiadas
sirias es simplemente imposible acceder a alimentos, refugio y asistencia médica. La responsable de comunica64
•
mama
• FEBRERO 2016
ción de la ONG alerta de que debido
a su condición de refugiados, “muchas familias no tienen derecho a
trabajar y dependen de los subsidios,
cada vez más bajos, concedidos por
los gobiernos y las organizaciones
humanitarias”. Como consecuencia
de ello, otro fenómeno asociado al
conflicto sirio es “el auge del trabajo
infantil y el aumento de los matrimonios de niñas sirias”.
MEDIDAS PARA PROTEGER A LA INFANCIA
En la actualidad, según nos informa Save the Children, el
Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de
Melilla, que tiene capacidad para 480 personas, está acogiendo a más de 1.700, de entre las cuales, más de 500
son niños. La gran mayoría de ellos vienen de Siria, huyendo del conflicto que asola el país. Para Susana Hidalgo,
esta sobreocupación y las condiciones del centro “están
implicando una vulneración sistemática de los derechos
de los niños y niñas que allí residen, ya que no se reúnen
las condiciones necesarias para atender a las especiales
necesidades de los niños y niñas, como la unidad e intimidad familiar, la educación, la salud o el derecho al juego” Las familias, explica Susana, “suelen estar entre uno y