[ SOLIDARIDAD ]
hay y lo que más te llena”, reflexiona
Juan Miguel del Castillo.
Al enfrentarnos a una película
todos sabemos que es ficción, pero
el tono documental del filme, la
forma de presentarlo, hacen inevitable no verlo como una realidad
que tenemos mucho más cerca de
lo que imaginamos. “Quería que tuviese mucho nivel de realismo para
que el mensaje llegase más a los
espectadores, para que se implicasen más y sintiesen el drama como
más cercano. Por eso el uso de la
cámara en mano. En estas películas
es complicado no caer en el sentimentalismo, te tienes que contener
mucho, a todos los niveles”.
PONER EL FOCO DONDE OTROS
NO MIRAN
El drama de los desahucios lleva
tiempo saltando a las primeras páginas de los informativos. No tanto el
de las familias monomarentales, que
antes de llegar a esta situación límite viven un calvario de dimensiones
difíciles de comprender para quien
no atraviesa una situación parecida.
“Siempre digo que la película es un
guantazo de realidad”, afirma el director, que añade que “más que una
realidad invisible, lo que pasa es que
muchas veces miramos para otro
lado. Y también que las mujeres que
sufren el drama lo viven con una
especie de vergüenza, en silencio,
de puertas adentro”.
Sobre el particular conoce y
mucho Juan Miguel del Castillo, que
además de documentarse para la
realización del filme, vivió la realidad que trata en la película muy de
cerca: “Yo tenía una vecina en esa
situación. Madre, soltera, con dos
niños. Varias veces vino a pedirme leche, pero siempre me ponía
alguna excusa. Y yo se la daba,
pero no prestaba más atención, ni
siquiera me planteaba qué pasaba
si no se la daba. Al poco tiempo me
enteré de que la habían desahuciado. Vivíamos pared con pared y ni
siquiera fui capaz de darme cuenta
de su situación”, recuerda.
Tener tan cerca el drama de su
vecina y no verlo fue, en cierto
modo, el detonante de la película, el
impulsor de una necesidad imperiosa de mostrar la realidad “para
que quede constancia de lo que han
sido estos años de crisis”. Por ello,
pese a que existían muchas posibilidades, eligió también la figura
de la familia monomarental para
denunciar la situación a través de la
gran pantalla. “Era el personaje perfecto para trasladar el mensaje que
quiero hacer llegar al espectador. Al
enfocar el drama en una chica joven,
sola, con un hijo y sin estudios el
personaje toma un cariz más frágil e
indefenso”, argumenta.
‘Techo y comida’ no parece a priori
una película de grandes masas,
pero sí que es una historia necesaria, cine social que “pone el foco
donde otros no miran”. El director
jerezano s X