[ CULTURETA ]
hacer las cosas y ves que no hace falta hacerlo todo
como dice ‘todo el mundo’. Puedes buscar tu propio
camino a la hora de criar”).
Pero, ¿hasta qué punto puede sustituir internet a
los círculos de crianza de los que disponían las madres de mitad de principios del siglo XX? ¿Hasta qué
punto una pantalla de ordenador puede sustituir a la
comunicación interpersonal? “Sinceramente no creo
que nada pueda sustituir un cara a cara. Los blogs
te hacen compañía, te permiten conocer testimonios
que te acompañan mucho, pero nadie va a venir a tu
casa en un momento de histeria total para sujetarte
o traerte una empanada para la cena... Eso tenemos
que reconstruirlo de nuevo. Lo que pueden hacer las
redes es dar el primer paso, ayudarte a conocer gente con la que puedas acabar tejiendo redes presenciales. Internet no suple, sino que intenta reconstruir
algo que ya existía”, concluye la historiadora
De la misma opinión es Samantha Álvarez. Para la
socióloga, Internet no suple a los círculos familiares
de crianza y su influencia en el cambio de nuestras
relaciones como padres/madres y nuestra forma de
crianza existe, pero es limitado. “La red es un espacio en el que intercambiar opiniones, un espacio en
el que aprender y conectar con lo que éramos, aquello que siquiera somos capaces de imaginar. Sin embargo, la crianza se sigue haciendo a nivel local. La
comunicación es global, pero la crianza es local. La
educación es local, nuestros valores son locales… Entonces, ¿cómo hacer que algo global (incertidumbre,
miedo, inseguridad, conexión, información…) influya
en algo tan local como la crianza? ¿Cómo afrontar
ese desajuste?”, se pregunta.
RECUPERANDO LA MATERNIDAD
Con maternidad y crianza institucionalizadas y servicios y cuidados privatizados, Internet se presenta
como el epicentro de una corriente que está permitiendo a las madres recuperar el relato y volverse a
situar en el centro de la maternidad. “Lo más positivo que aportan las redes sociales a la maternidad es
la ampliación de narraciones. Creo que cada madre
que da su punto de vista, su opinión y nos cuenta su
vivencia en primera persona, nos amplía las perspectivas y nos da la oportunidad a las demás madres de
identificarnos o no. Pero lo bueno es que deja de haber un único modelo para hacer las cosas y las fronteras entre la buena y la mala madre se difuminan.
Tenemos más oportunidades de encontrar la manera
que más nos satisfaga de criar a nuestros hijos, de
relacionarnos con ellos”, reflexiona Cira Crespo.
Aún queda, sin embargo, mucho camino por recorrer, como demuestra, según la autora de Maternalias, el peso que aún siguen teniendo médicos,
maestros y demás instituciones en nuestras vidas:
“La sociedad sigue marcando mucho el paso y nos
sigue presionando para que hagamos las cosas en
un sentido o en otro. Creo que todas las madres hemos sentido esa presión por hacer las cosas como se
supone que es debido”.
El argumento lo corrobora Samantha Álvarez: “Aunque haya desaparecido la familia extensa, el control
social sigue siendo elevado. Ahora más que nunca,
a través de la publicidad o la educación, nos dicen
cómo tenemos que hacer las cosas”. Para la socióloga, ejercer la maternidad en este nuevo contexto “es
enriquecedor, pero por otro lado conlleva una gran
responsabilidad. Buscar alternativas, formarse, elegir
y tomar una decisión distinta a los grupos sociales inmediatos es complejo de sobrellevar y de desarrollar
en la práctica”.
Como asegura la historiadora Cira Crespo, la red
ofrece muchas y nuevas oportunidades, pero recuperar la maternidad no va a ser una tarea fácil: “Son
muchos siglos de imposiciones, de menoscabo de
nuestra autoridad materna y de hacernos sentir muy
culpables. Ahora vamos conociendo nuevos discursos, otras maneras de hacer las cosas, de ser madres,
pero aún seguimos siendo una minoría”.
Aún. ■
NOVIEMBRE 2015 •
mama
• 51