Made in Germany MIG 4-2018 | Page 32

30 Varios donde reinan los embutidos. Claro que en todas esas regiones se puede saborear el Eisbein o el Schweinehaxe (dos modos muy válidos de cocinar un majestuoso codillo de cerdo), el Sauerkraut o su hermana Rotkohl (con repollo colorado), las omnipresentes papas, los variados fiambres y la cerveza, con la que compite el vino (herencia de los romanos de hace 2.000 años) en las regiones del Rin y del Mosela. Es de rigor destacar varios aportes alemanes a la gastronomía mundial. Aunque después fueron la base de una poco prestigiosa fast food estadounidense, las hamburguesas, como su nombre lo indica, son originarias del puerto hanseático de Hamburgo y parientas de las Frikadellen, que se comen en toda Alemania. En el norte es absolutamente imprescindible ir a la Fischerhaus en el puerto de Hamburgo, donde pueden comerse excepcionalmente frescos y sabrosos lenguados, rodaballos, bacalaos y otros peces y mariscos de los mares del Norte y Báltico, hogar de los clásicos Rollmöpse (filetes de arenque enrollados con cebolla y pepinillos en su interior). También en Bremen se pueden saborear notables platos de pescado y frutos de mar, aparte del típico Grünkohl mit Pinkel (repollo crespo guisado con chorizo Pinkel). En las ciudades del oeste, sobre todo las vecinas a Francia y Bélgica, entre ellas la verde y añorada Bonn y la cosmopolita Colonia, se nota la influencia de la gastronomía francesa, pero hay platos locales que deben probarse junto con los vinos blancos renanos. En pleno centro de Bonn, en la Markplatz (Plaza del Mercado) hay un restaurant histórico, el EmHöttche, donde solía comer un hijo dilecto de la ciudad, Ludwig van Beethoven. El Eisbein que allí se sirve es memorable. Y si se acompaña con la cerveza clásica de Colonia, la Kölsch, clara, con sabor frutado y aroma de lúpulo. Más octubre - diciembre 2018 que recomendables son los platos de cordero, de espárragos y de hinojo (de una delicadeza y sabor únicos) de otro restaurante de la ex capital alemana, Im Stiefel, junto a la casa natal de Beethoven. También es de primera calidad allí una especialidad renana, la Rheinischer Sauerbraten, de carne vacuna estofada con cebolla, puré de tomate, caldo de verduras, vino tinto, vinagre, crema ácida, almendras, pasas de uva y aderezada con laurel, clavo de olor, bayas de enebro y pimienta, con guarnición de Apfelmus (puré de manzanas), Klöse (una especie de albóndiga de papa) o Spätzle (fideos con huevo, típicos del sur del país). Pero la calidad y variedad de los platos y productos alimenticios alemanes es casi inagotable. Algunos nombres dignos de destacar son el fabuloso jamón ahumado de Westfalia, las costillas de cerdo ahumadas Kasseler de Berlín, las salchichas blancas Bratwurst o Weisswurst, la ahumada Bockwurst o las de Nuremberg y el exquisito paté de hígado de cerdo Leberwurst, los salames de Baja Sajonia y Hannover, los panes integrales y con semillas varias y el Pumpernickel de centeno y las salsas de rábano picante o con eneldo. Tampoco se pueden obviar especialidades como los Rotkohlrouladen mit Tomatensosse (niños envueltos de repollo colorado con relleno de carne picada, en salsa de tomate), el singular Himmel und Erde (Cielo y Tierra) con deliciosas morcillas, los variados y creativos platos de verduras, el Schweinebraten, con paleta de cerdo, el Gulasch de origen húngaro pero nacionalizado alemán, el ganso asado con manzanas y la clásica Zwiebelnkuchen, (tarta renana de cebolla) que se acompaña con copas de Federweisser (mosto de vino blanco) y los postres de sémola con cerezas, grosellas y frambuesas, como la Rote Grütze. (SH) Fuente: elobservador.uy