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Formación Dual 21 Formación Profesional Dual en Alemania El 1 de agosto es una fecha importante en Alemania: la mayoría de las empresas de todo el país abren ese día el plazo para que los jóvenes presenten sus solicitudes para conseguir una plaza de formación profesional (FP) dual. Se trata de un sistema en el que los alumnos, a la vez que aprenden una profesión en una escuela, trabajan en una empresa o en la Administración y cobran un salario desarrollando esa profesión. En la sede de Hamburgo de la compañía Still, ese primer día de agosto reciben más de 3.000 solicitudes para ocupar una plaza de formación dual. Pero solo cogerán a 65 jóvenes. Y esta avalancha de candidatos no solo ocurre en los grupos industriales. Cerca de la sede de Still, en el centro de Hamburgo, sucede lo mismo en la aseguradora HanseMerkur, una compañía con 1.300 trabajadores que cada año recibe unas 1.000 solicitudes para 15 plazas de FP dual. Todos los agentes implicados en el sistema se muestran sumamente orgullosos de él y la respuesta social de la juventud queda patente en la citada avalancha de peticiones que reciben las empresas. “Se puede decir que quien termina una FP dual en Alemania tiene un puesto de trabajo seguro”, señala la directora del Instituto de Formación Profesional de Hamburgo, Beate Gröblinghoff. En la actualidad, hay 1,4 millones de aprendices (conocidos comúnmente como azubis en alemán) cursando uno de estos títulos de FP dual. Los estudios duran entre 2 y 3,5 años y capacitan para 327 profesiones distintas. Cuando un estudiante alemán termina su educación general, a los 16 años, puede optar por seguir con el ciclo de bachillerato y universidad, puede acudir a una escuela profesional a tiempo completo u optar a una plaza de formación dual. Para conseguir una plaza de FP dual en Alemania los únicos requisitos son haber terminado la educación básica y que el joven en cuestión haya sido admitido previamente por una compañía como aprendiz. La búsqueda de esta plaza en una empresa se hace directamente por el estudiante en el 75% de los casos, y el resto son ayudados por las oficinas públicas de empleo a encontrar estas compañías dispuestas a formarlos. Lo habitual, según Gröblinghoff, es que las pequeñas empresas opten porque los aprendices acudan al trabajo tres días a la semana y a la escuela los dos restantes. Mientras que las grandes compañías prefieren organizar los dos o tres años que dura este tipo de formación en periodos más largos de tiempo, alternando varias semanas formativas con otras seguidas solo de trabajo en la empresa. Si bien, los aprendices siempre estarán un tercio del tiempo en la escuela y los dos tercios restantes, trabajando. Este reparto se repite en la financiación del sistema, ya que el Estado aporta aproximadamente el 30% del coste de esta formación, a través de las escuelas, y las empresas invierten el 70% restante, costeando los salarios de sus aprendices. “Las retribuciones varían en función de la profesión que se aprenda y pueden ir desde los 400 euros de un peluquero a los 800 euros mensuales de un técnico comercial de seguros o finanzas, o los 1.000 de un trabajador de la construcción de obra civil”, explica Ulrich Natusch, director del Centro de Formación Profesional para Bancos, Seguros y Derecho de Hamburgo. Al finalizar el periodo formativo, los alumnos deben aprobar un exhaustivo examen mitad práctico y mitad teórico para titularse. (SH)