Tema central Alemania
En la reciente reunión en Davos, Suiza, del Foro Económico
Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), uno de los temas
centrales de debate fue si estamos en una cuarta revolución
industrial.
Recordemos que la primera revolución industrial que dio
nacimiento al capitalismo surgió por el siglo XVIII, en 1784,
con base al descubrimiento del vapor que revolucionó
el transporte con los ferrocarriles, los barcos a vapor y el
surgimiento de los telares mecánicos, que multiplicaban la
cantidad y la calidad de los productos.
Así, la primera revolución industrial usó el agua y la energía
de vapor para mecanizar la producción. Se la denomina
Industria 1.0.
La segunda revolución industrial (1870) perfeccionó
las tecnologías de la primera revolución, que implicó
desarrollos dentro de la industria química, eléctrica, de
petróleo y de acero. Se caracterizó por la sustitución del
hierro por el acero en la industria, el reemplazo del vapor
por la electricidad y los derivados del petróleo como fuente
de energía y la introducción de la maquinaria automática.
Utilizó la energía eléctrica para crear la producción en masa.
Es la Industria 2.0.
La tercera revolución industrial o revolución científica y
tecnológica (1969) tiene, entre las áreas más representativas
de la tecnología; la I+D (investigación y desarrollo), la
energía nuclear, las telecomunicaciones, la informática,
la robótica y la biotecnología. Inventó la fibra de vidrio y
la fibra óptica y desarrolló el internet y la nanotecnología.
La tercera revolución utilizó la electrónica y la tecnología
de información (TI) para automatizar la producción. Es la
Industria 3.0.
La Industria 4.0 estaría destinada a ser la cuarta revolución
industrial; basada en la digitalización de los sistemas
de producción. Se estaría construyendo sobre la tercera
revolución, se apoya en la revolución digital y se caracteriza
por la fusión de tecnologías que está borrando las líneas
entre las esferas de la física, lo digital y la biología.
A la digitalización y la generalización de la TI, se unen ahora
la producción y la conectividad de red, haciendo posible las
fábricas “inteligentes”, donde las máquinas se comunican
entre sí.
El Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), la
interconexión digital de objetos cotidianos con internet,
representa un cambio del proceso de producción
centralizado a un proceso de fabricación inteligente. Gracias
a la computación en la nube, las empresas incrementan la
flexibilidad y escalabilidad de sus tareas. El sistema es a
través de cadenas de producción o fábricas mundiales.
Schwab (2016) diferencia a esta cuarta revolución industrial
de la tercera, tanto en velocidad como ámbito y el impacto
en el sistema. La velocidad de los cambios no tiene
precedentes históricos, a tasa exponencial. El impacto es
en cada industria y en cada país, transformando sistemas
enteros de producción, gestión y gobernancia.
La conexión de billones de personas a través de dispositivos
móviles con capacidad sin precedentes de energía,
procesamiento, capacidad de almacenaje y acceso a un
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conocimiento sin límites. Emerge esta tecnología en los
campos de inteligencia artificial, robótica, el Internet de
las Cosas (IoT), vehículos autónomos, impresoras en 3D,
nanotecnología, biotecnología almacenaje de energía y
computación cuántica.
Entre los costos de tanta maravilla está la ruptura de los
mercados laborales, la automatización sustituye a la fuerza
de trabajo, las máquinas desplazan obreros, amplía la
brecha entre capital y trabajo y aumenta la desigualdad.
La demanda de trabajadores altamente calificados crece
mientras disminuye los de baja calificación.
En el caso de Bolivia se postula la industrialización y la
diversificación. Si uno aplica los criterios anteriores, con el
sector artesanal estaríamos en los hechos en la Industria
0.0, puesto que es precapitalista, con el sector industrial
estaríamos entre la industria 1.0 y la industria 2.0.
Contamos con una fuerza de trabajo en su mayoría de baja o
media calificación y un bajo grado de inserción internacional
a la tecnología.
Para poder avanzar hacia la Industria 4.0 debemos cumplir
mínimamente con los siguientes aspectos:
1. Tecnología de procesos de producción, que permitan
efectuar un análisis de datos generados dentro y fuera de
las fábricas.
2. Internet de la cosas (IoT), para el procesamiento de datos
bajo norma y para la toma de decisiones en tiempo real.
3. Soluciones Big Data, tecnologías de nube, que optimizarán
la calidad de producción, generando ahorro de costos y
energía así como un mejor mantenimiento del equipo, etc.
4. Ciberseguridad que es clave para proteger toda la
infraestructura.
5. Simulación que implica el análisis en tiempo real de
los datos generados y que permite a su vez optimizar los
procesos.
6. Realidad Aumentada que facilita la toma de decisiones y
los procedimientos de trabajo.
7. Robótica: con la incorporación de robots autónomos,
flexibles y cooperativos, que interactúen con otros robots y
personas.
8. Fabricación Aditiva de pequeños lotes personalizados
que reduce distancias de transporte y stocks.
9. Sistemas de Integración Horizontal y Vertical que conecte
todos los agentes implicados en la cadena
En suma, hay mucho por hacer.
Fuentes: Página Siete, La Economía Digital en Bolivia