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I CURSO VIRTUAL PARA PERIODISTAS // MÓDULO II desertificación), estableciendo estrategias o planes nacionales, los cuales son escalados a nivel sub- nacional con el fin de contar con instrumentos de planificación y gestión local para responder a los compromisos establecidos. La principal dificultad para el escalamiento de los compromisos y responsabilidades, pasa en prin- cipio porque la gestión pública ambiental, desde donde se ven estos temas, es entendida como un tema de “ambientalistas” y no como un eje clave para el desarrollo local sostenible, con lo cual y por lo general se concentran esfuerzos en fiscalización y regulación, y no en la promoción de incentivos para la conservación y aprovechamiento (conserva- ción productiva o generadora de riqueza) de la bio- diversidad y los servicios ecosistémicos. Lo anterior se refleja en los montos de inversión pública que son asignados para cumplir con el rol promotor del estado en estos temas, lo que incluye no solo la creación y manejo de áreas protegidas. Por otro lado, generalmente las dependencias estatales y sus unidades orgánicas, no tienen una visión común sobre la promoción del desarrollo sostenible o de articulación territorial, lo que gene- ra casi siempre que las áreas de desarrollo econó- mico de niveles de gobierno local o subnacional no articulen acciones con las áreas donde se ven los temas ambientales, y que los diferentes niveles de gobierno no utilicen instrumentos de planificación comunes, como por ejemplo los planes de ordena- miento territorial. Problemáticas y oportunidades para el cambio La aplicación del pensamiento económico a la uti- lización de la biodiversidad y los servicios ecosisté- micos puede ayudar a los políticos a entender por qué la prosperidad y la reducción de la pobreza de- penden del mantenimiento del flujo de beneficios procedentes de los ecosistemas; y por qué el éxito de la protección ambiental (o el no degradar) debe cimentarse en unos buenos principios económicos, entre los que se incluye un reconocimiento explí- cito, una asignación eficaz y una distribución justa de los costos y los beneficios de la conservación, así como la utilización sostenible de los recursos naturales. Los costos reales del agotamiento y de la degrada- ción del capital natural (suministro de agua, cali- dad del agua, biomasa forestal, fertilidad del suelo, tierra vegetal, micro climas inclementes, etc.) solo se sienten in situ y no quedan registrados ni llaman la atención de los políticos. Sin embargo, el impac- to de la pérdida de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en la productividad y el incremento del riesgo en los sectores agrícolas, ganadero y forestal es grande, y afecta principalmente a las po- blaciones más vulnerables, quienes viven y traba- jan directamente en estos sectores. Para lograr un desarrollo sostenible se requieren acciones políticas concretas para la protección de los recursos hídricos, las prácticas mineras respon- sables, las estrategias de adaptación al cambio climático y los mecanismos de generación y uso de los conocimientos que permitan tomar decisiones 1