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I CURSO VIRTUAL PARA PERIODISTAS // MÓDULO II Las inversiones para el desarrollo de la zona de montaña están casi siempre condicionadas por las oportunidades que ofrecen las poblaciones de las tierras bajas, las cuales, en términos generales, resultan poco favorables para las poblaciones de las montañas, ocasionando que su producción no sea adecuadamente compensada. Muchas veces, los que vivimos en ciudades dentro y fuera de las montañas, no somos conscientes de la dependencia con el entorno ambiental de nues- tras necesidades de alimentación, agua y energía. Por ejemplo, nuestra alimentación está basada en algunas pocas especies cultivadas, cuyos parientes silvestres (el tomate, por ejemplo) van desapare- ciendo, justamente, porque se promueve la siem- bra de estas variedades en zonas naturales donde antes no existían. La diversidad genética silvestre es importante como fuente de mejora genética de las plantas cultivadas, dado que por su evolución y adaptación en la naturaleza contienen genes resis- tentes a la sequía, al frío o al ataque de plagas. Si bien los ecosistemas de montaña más “atrac- tivos” son los de mayor humedad —y donde se observa la mayor diversidad, en términos de es- pecies: aves, insectos como las mariposas y ma- míferos como el oso de anteojos—, existen zonas en las montañas donde la humedad es estacional y el agua es escasa. Estas zonas de montaña son Problemáticas y oportunidades para el cambio denominadas “montañas áridas”, y en el caso de América del Sur se ubican en los Andes Centrales (incluyendo las zonas frías y secas de Bolivia, Perú, Chile y Argentina) y los flancos occidentales de los Andes en Chile, y cubren una superficie de 977,454 kilómetros cuadrados . Por otro lado, en regiones semiáridas y áridas (zonas donde la precipitación anual es menor a 300 mm, como el desierto costero del Pacífico), las montañas son las únicas áreas con suficiente pre- cipitación para generar la escorrentía y la recarga de aguas subterráneas, de las cuales muchas veces depende el abastecimiento de agua potable de las ciudades asentadas en estas zonas. ¡Haz click para poder ver el video! Maximizar las relaciones entre las montañas y tie- rras bajas es crucial para el desarrollo de sus pobla- ciones, y su prosperidad depende de sus vínculos con los mercados en zonas costeras, principalmen- te; y las poblaciones de estas zonas dependen de la forma en la que se usa y aprovechan sosteni- blemente los ecosistemas de montaña y su im- pacto en las cuencas. Por ello, las Inversiones que favorezcan estas interacciones positivas, y que no representen subsidios, tienen a largo plazo un alto potencial para promover la sostenibilidad. 1