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de gloria, a la cual se puede aplicar esta frase del Rey Profeta 21 : “Toda la
hermosura de la hija del Rey está en el interior ; está adornada de franjas de oro
y de pedrería variada.”!
2ª. No hay que buscar una diferencia claramente distinta entre los diversos
caracteres del amor del Sagrado Corazón. Siéndole imposible decir lo que sabía
y sentía sobre este asunto la Beata Margarita recurrió a los calificativos que le
parecían más expresivos y variados y formó lo que se podía llamar letanía de la
divina caridad.
3ª Al estudiar este admirable programa de perfección trazado por la sierva
de Dios, tenemos que precavernos con cuidado contra el peligro del desaliento.
En efecto, muchos cristianos, al leer estas páginas, se verán tentados de
decir: “Si para amar al Corazón de Jesús hay que reunir todas esas cualidades,
yo debo renunciar a adquirir este amor; es inútil hacer la prueba; yo nunca lo
conseguiré.” Almas cristianas, guardaos de semejante razonamiento. Sin duda
ninguna, la plenitud de la perfección del amor al Sagrado Corazón exige estas
diversas cualidades; no obstante, se puede amar verdaderamente a este divino
Corazón sin tenerlas todas, al menos en toda su extensión.
La Beata nos propone el fin a donde hemos de llegar, el modelo que
copiar y el programa que realizar, pero todas las cosas tienen su principio.
Al empezar no pretendáis el amor de los perfectos, contentaos con el de
los principiantes, antes de ser maestro hay que ser aprendiz. Ensayad
suavemente, pero con perseverancia; sobre todo rogad mucho porque el amor
divino es una gracia que hay que solicitar por medio de la oración, esto es todo
lo que os pide el Corazón de Jesús. Contento este divino Corazón de vuestra
buena voluntad, por cada esfuerzo que hagáis, por cada deseo sincero que
expreséis de amarle, os concederá una nueva gracia que os hará crecer en su
amor. Si no llegáis aquí abajo al amor de los perfectos, ciertamente le poseeréis
en el cielo.
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Salmo XLIV, 14.