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I
Primera ley de la devoción al Sagrado Corazón; devolver al
Corazón de Jesús amor por amor.
“El fin principal de la devoción al Sagrado Corazón (escribe la Beata) es
convertir las almas al amor de este divino Corazón4 y hacerle dueño y poseedor
de nuestros corazones, procurándole amor por amor.”
Un día5 me fue mostrado un Corazón, arrojando llamas por todas partes,
con estas palabras:
“¡Tengo sed! ¡Me abraso en deseos de ser amado!”
Mi amabilísimo Soberano me hizo ver:
“1º. Que el ardiente deseo que tenía de ser amado le había hecho formar
el designio de manifestar su Corazón a los hombres con todos los tesoros de amor,
de misericordia, de gracia, de santificación y de salvación que contiene. 2º Que
había que honrar [este amor] bajo la figura de este Corazón de carne, y 3º Que
esta devoción es el último esfuerzo del amor divino.... Para ponernos bajo la
dulce libertad del imperio de este amor que desea restablecer en los corazones
de los que quisieren abrazarla.”
Esta doctrina6 se halla reproducida en todos los tratados publicados sobre
la devoción al Sagrado Corazón. “El fin de la nueva devoción, dice Castagnari,
uno de los primeros promotores de la causa de esta devoción ante la Santa Sede,
es pagar tributo de amor a la fuente misma del amor.” – En sus preces litúrgicas
la Iglesia pide, como fruto propio de la fiesta del Sagrado Corazón, el amor de
Jesús. – Pío IX al prescribir a toda la Iglesia la celebración de esta fiesta, dice que
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Carta 58, pág. 115
Vida por las contemporáneas, pág. 115
6
Véase La devoción al Sagrado Corazón, Terrien, libro III, cap. I.
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