para aplicárselas a los alumnos. Si el texto se convierte en el currículum que debe ser enseñado ello conduce a que quienes diseñan y elaboran los textos sean realmente los diseñadores de los currícula que reciben los alumnos. Los materiales curriculares son parte del mercado cultural que está controlado por las editoriales o instancias productoras de los textos (Apple, 1989; Apple y Christian-Smith , 1991; Gimeno, 1994). Ellas son las que interpretan el currículum oficial, lo redefinen, seleccionan los objetivos y contenidos establecen los procedimientos y estrategias que los profesores pondrán en práctica en las aulas - en definitiva las editoriales tendrán el poder de definir cuáles son los currícula que realmente son enseñados en las escuelas (Torres, 1989).
En definitiva, lo que queremos poner de manifiesto es que un modelo de enseñanza y práctica docente basado en la dependencia docente de los libros de texto es un síntoma de la descualificación profesional del profesorado y consiguientemente una rémora para cualquier proyecto de cambio e innovación escolar. El problema no estriba en la presencia o ausencia de este medio en las aulas, sino en las consecuencias curriculares que supone un modelo de enseñanza basado en el uso casi exclusivo o predominante del texto escolar: desprofesionalización del profesorado, metodologías tradicionales de enseñanza, homogeneización y estandarización de los procesos de enseñanza y aprendizaje, difícil compatibilidad de este medio con estrategias metodológicas que favorezcan la construcción del conocimiento por los alumnos, dificultades para el estudio del entorno, etc.