ble. Y bueno, volvimos al día siguiente y de nuevo, tampoco, de nuevo como que no venía la inspiración. Algo
estaba pasando. Entonces, como para asegurar, dijimos
“hagamos cosas premeditadas”. Había una armonía en
la guitarra, entonces Gato hacía siempre el mismo ciclo
de acordes, encima de eso empezábamos a improvisar,
Gabriel hacía un ritmo en la batería, ya ahí se armaba
algo, se agarraba una cierta onda y salía algo que nos
gustaba más, pero ya era mucho m